Todo lo que hace Toni Arráez de un tiempo a esta parte tiene consecuencias en el mundo del vino. Desde que asumió las riendas de la bodega familiar en 2007 sus ideas han dejado huella con propuestas nada convencionales enfocadas a nuevos perfiles de consumidores que, si bien han chocado frontalmente con la manera de entender el vino de muchos bodegueros, le han permitido diferenciarse del resto sin renunciar a seguir siendo una bodega comprometida con la calidad.

Con ´Mala Vida´ ya abrió una senda que le permitió introducir sus vinos en escenarios hasta entonces inimaginables como los festivales de música independiente (FIB o SanSan entre otros). Posteriormente llegarían etiquetas como ´Vivir sin Dormir´, ´Bala Perdida´, ´Vividor´ o ´Cava Sutra´, que terminaron por completar una línea de productos que golpearon como un torpedo a la línea de flotación del sector del vino más tradicional y abrió un nuevo nicho de mercado entre consumidores hasta entonces más habituados a otras bebidas.

Pero hace casi un año pasó algo que terminaría dando a la bodega de La Font de la Figuera una nueva dimensión. Fue durante la Mostra de Vins de Proava, en una conversación entre Toni y el DJ valenciano Chimo Bayo, icono de ´La Ruta del Bakalao´ y responsable de algunos de los «gritos de guerra» de aquella época de finales de los 80 y principios de los 90. Entre risas y bromas se empezaron a poner los primeros cimientos de un proyecto que guarda innumerables referencias al mundo de la noche y a aquel clásico de las discotecas, el mítico ´Así me gusta a mí´.

Toni se puso a trabajar en el vino... sería un Bobal, frutal, fresco, con un leve toque de madera que le diese mayor amplitud pero que resultase sencillo y fácil de entender, como la música que se pinchaba entonces. Por su parte, el DJ comenzó a darle vueltas a la imagen... con un lenguaje transgresor, claro y directo, y con ese color ´amarillo bayo´ que siempre lucía en cabina.

Pero más allá del vino y su imagen, el principal reclamo del proyecto reside en su espíritu. ´Hu-Ha´ -a estas alturas ya todo el mundo sabe que así se llama el vino- sigue la línea «canalla» que imprime Arráez a sus referencias. El texto de su contraetiqueta -luce el sello de la DOP Valencia- es toda una declaración de intenciones y su puesta en escena se ha estudiado al milímetro -incluida la «filtración» de la imagen de la botella hace unas semanas en redes sociales-.

El resultado final sólo se puede calificar de éxito. Cientos de medios de comunicación en todos los soportes se han hecho eco del lanzamiento, contribuyendo a su promoción. El vino está bueno... razonablemente bueno, fresco, sincero, varietal y fácil de entender; tiene un precio más que razonable (en torno a los cuatro euros y medio) y en su primera semana en el mercado ya se han vendido 20.000 botellas, disponibles en vinotecas, supermercados, bodegas, tiendas especializadas y en restauración. Fuera de España también ha generado mucha expectación, y ayer mismo se confirmaron los primeros pedidos con destino a Japón, donde Chimo Bayo tuvo también un notable éxito en su día.

Su peculiar manera de entender el mundo del vino tendrá detractores y seguidores, pero de lo que no cabe duda es que después de 10 años Toni Arráez ha creado un sello que funciona... así lo atestiguan los tres millones de botellas que vendió la bodega en 2017, cuatro veces más que hace una década.

Por cierto, ´Hu-Ha´ se presentó el pasado lunes en la sala XL XtraLrge Playground y se maridó, como no podía ser de otro modo, con unos «bocaditos» de brandada de bacalao y hueva de bacalao... cosas de La Ruta.