Los vinos generosos de Montilla-Moriles son adecuados tanto para el aperitivo como para acompañar muchos platos en una buena mesa, desde los Finos, a los Amontillados y Olorosos, tan diferentes a los vinos tradicionales blancos, rosados y tintos, además de los extraordinarios dulces de PX, algunos de los cuales podríamos considerar como un postre en sí mismos. De entre ellos los Finos son los generosos por excelencia, la base de la que parten algunos de ellos y los más consumidos en el copeo de toda la provincia de Córdoba. Los de esta zona vitícola tienen la particularidad de que son elaborados con la uva Pedro Ximénez y su graduación es la producida de manera natural durante la fermentación de los mostos sin que sea necesario el encabezado, adición de alcohol vínico, hasta llegar al 15% de su volumen. Después inician su crianza biológica bajo el velo flor que lo preserva del contacto con el oxígeno y donde se producen sus complejos aromas y sabores característicos.

Bodegas Toro Albalá tiene su origen en su antecesora La Noria (1844) hasta que en 1922 las instalaciones enológicas ocuparon lo que había sido la central eléctrica de Aguilar de la Frontera. Sus galerías y subterráneos reúnen las características de temperatura y humedad ideales para el mantenimiento de las levaduras que producen el velo flor en la superficie del vino dentro de las botas de roble americano de 40 arrobas. La espontaneidad popular se encargó de dar el nombre definitivo al vino que producían cuando en las tabernas se pedía un ´Fino Eléctrico´. Aunque en la actualidad Toro Albalá es más conocida a nivel internacional por su vino dulce Don PX Convento Selección 1946 con el que obtuvo 100 Puntos Parker, lo que marcó un antes y un después en el devenir de la bodega.

El Fino Eléctrico del Lagar ha permanecido diez años en el sistema andaluz de crianza de criaderas y soleras. Es de color amarillo pajizo, los aromas primarios han desaparecido por el paso del tiempo y destacan los recuerdos a miga de pan, frutos secos (avellanas, almendras tostadas), notas balsámicas y con sensación salina. En el paladar es seco, graso, de fortaleza media, persistente, con final amargoso.

Con estos vinos probamos una ostra Fine de Claire con escabeche en Ostrarium Bar, en València. Andrés Soler, responsable del local especializado en estos bivalvos nos recomienda que mastiquemos bien su carne para apreciar su textura crujiente. Una combinación muy adecuada por la poca acidez del vino que potencia el sabor de este bocado, refrescante e intenso, nada mejor para abrir el apetito. Un tipo de vino que no solo es adecuado para beberlo sino que tiene un papel protagonista en la cocina con el que se elaboran platos como el rabo de toro a la cordobesa o las alcachofas a la montillana, tan ricas como difíciles de combinar.