Cuando tomamos el desvío en Chelva hacia la ermita de El Remedio, en la comarca valenciana de La Serranía, ascendemos de los cuatrocientos a los novecientos metros de altitud en solo once kilómetros de serpenteante carretera. Poco más adelante penetramos en el valle de Ahillas, donde se cultiva cereal, almendro, nogal y vid, entre cerros, torrenteras, hoyas y llanos. En la casona que hay frente a Bodegas Terra d´Art vivía la familia de ´Los Malditos´. Les llamaban así en la pequeña aldea de Ahillas porque, hace ya mucho tiempo, la abuela reñía a los chavales que hostigaban a las ocas y se revolvía contra ellos llamándoles «malditos chiquillos». El último que habitó esa casa fue Rafael ´el Maldito´, un viticultor al que, antes de morir con 104 años y soltero hasta el final, la familia Martínez Palmero le compró una parcela de poco más de media hectárea. El viñedo está en ligera pendiente en un terreno muy suelto de gravas y arenas, protegido del gélido viento de la Sierra de Javalambre por una loma con bosque que la resguarda de las heladas.

A 950 metros de altitud su ubicación ronda el límite de cultivo para la producción de la variedad Bobal, que vendimian durante la primera semana de noviembre. «Como es tan tánica le viene muy bien vendimiarla tarde, justo antes de la sobremaduración, todavía con un PH muy bajo, buen grado y buena acidez», nos comenta el enólogo Juanjo Martínez. Estas cepas viejas de más de 85 años son un clon de hoja más oscura de lo habitual, de color morado cuando llega el otoño, se dice en la zona que procede de Sinarcas.

En sus inicios ensayaron con diversas varietales tintas para conocer su adaptación a la zona. Entre las que dieron mejor resultado plantaron Prieto Picudo (10%), Mencía (5%) y Graciano (5%), que forman parte en pequeñas proporciones del coupage de las seiscientas botellas del Finca El Maldito. En el campo trabajan en ecológico con prácticas biodinámicas y dedican mucha atención al cuidado de la viña, acoplando el rendimiento con la superficie foliar y la añada. Este vino no se puede hacer todas las cosechas, solo cuando la meteorología lo permite. Fermenta con levaduras silvestres y tiene una crianza de catorce meses en barricas nuevas de roble francés.

El Maldito de 2014 es de color rojo picota de capa media, aroma intenso a frutas rojas y negras maduras (cerezas, ciruelas, moras), tostados y especias, café, con notas de plantas aromáticas, es balsámico y mineral, aparecen incipientes apuntes terciarios (cuero, tabaco Latakia). En boca tiene buena entrada, con cuerpo, tiene volumen, amables taninos, frescura, vuelven las sensaciones frutales percibidas en nariz, largo y persistente. Buenas hechuras en un atípico tinto mediterráneo de montaña.