Los vinos valencianos están inmersos en una revolución que prepara un vuelco a la que se emprendió en las postrimerías del pasado siglo, cuando una nueva generación de enólogos aplicó adelantos científicos, a la vez que se llevó a cabo una importante reestructuración del viñedo. Con varietales internacionales y con las autóctonas mayoritarias se ha sabido elaborar vinos con los que surtir las cartas de grandes restaurantes. Ahora la mirada se ha vuelto hacia varietales mediterráneas, algunas de ellas minoritarias. En esta línea trabaja Javier Revert, un joven viticultor y enólogo que forma parte del equipo técnico de Pablo Calatayud en Celler del Roure y en Sant Pere de Moixent, además del proyecto de La Comarcal que comparte con Víctor Marqués, y el suyo propio, Javi Revert Viticultor, con los que participa en la elaboración de cerca de una veintena de vinos cada cosecha.

Uno de sus vinos más destacados es el Micalet, que toma el nombre de una parcela muy especial, en altitud, orientación noroeste y suelo calizo, creada por uno de sus bisabuelos en 1948 en La Font de la Figuera. La mitad está plantada por acodo en pie franco con varios tipos de uvas blancas repartidas en pequeños grupos como las Tortosí, Trepadell, Malvasía, Merseguera y Verdil. Las vendimia todas juntas con similares niveles de maduración, cuando lo normal sería que entre algunas hubiera más diferencia. Una parte del vino fermenta en barrica a temperatura libre y otra se cría con sus lías en damajuanas 8 meses. El Micalet de 2017 es un blanco muy particular, con aroma intenso a fruta blanca y de hueso (peras, albaricoques), floral (azafrán), mineral, complejo y rico en matices. En boca es sorprendente, llena la boca de fruta blanca crujiente y madura a la vez, seco, con buena acidez y largo postgusto. Indispensable.