Los concursos de vinos (más bien sus resultados) se han convertido en una herramienta de promoción para muchas bodegas, que se apoyan en las medallas obtenidas para defender la calidad de sus vinos en el mercado. Pero... ¿realmente son fiables estos certámenes? Coincidiendo con la presentación de los concursos sobre vinos valencianos que organiza Proava, revisamos algunos detalles de su funcionamiento interno para entender mejor lo que supone los premios para bodegueros y consumidores.

De entrada, y a diferencia de lo que sucede con las guías de vinos -en las que el autor incluye las referencias según su criterio- en los concursos las bodegas deben inscribir sus vinos, y no todas lo hacen, aunque en ese sentido los técnicos de Proava realizan una importante labor de campo durante las semanas previas a las catas para tratar de que en el certamen estén representadas la mayor cantidad posible de bodegas valencianas.

En esta cuarta edición del concurso de Proava -que está reconocido oficialmente por la Conselleria de Agricultura- se prevé superar las 300 muestras presentadas, una cifra que puede parecer pequeña en un sector tan atomizado como el del vino, pero que resulta bastante fiable para poder tener un conocimiento global del vino valenciano.

Una vez registradas las botellas presentadas al concurso llega el momento de proceder a su evaluación, para lo que se crea un panel de cata compuesto por representantes de diversos colectivos vinculados al vino. Félix Cuartero y José Vicente Guillem son los encargados de formar un equipo de cata (con un mínimo de 10 personas) que tenga representación de enólogos, sumilleres, enotecas, prensa especializada, docentes y técnicos de administraciones y denominaciones de origen implicadas. Se trata de formar un grupo con unos mínimos conocimientos sobre el vino lo más heterogéneo posible para que en las catas ciegas se valoren todos los aspectos.

En ningún momento los catadores saben cuales son los vinos catados (más allá de la tipología de cada uno) y las puntuaciones se plasman en la ficha de cata oficial de la OIV (Organización Internacional del Vino). Durante las sesiones de cata (dos preliminares y una final con las 10 mejores muestras de cada categoría) el silencio solo se rompe con el sonido del liquido al caer en la copa, y esta prohibida toda comunicación con el exterior.

Tras las catas, los técnicos de Proava validan las fichas para obtener las puntuaciones finales (habitualmente se descarta la ficha con mayor y menor puntuación de cada muestra testada) con las que se decidirán los ganadores en cada categoría, cuyos resultados se harán públicos a finales de abril coincidiendo con la celebración de La Mostra.