Pocos elaboradores de Cava se atreven con un espumoso dulce de méthode champenoise de alta calidad, pero existe una demanda creciente por parte de un tipo de consumidor de espíritu joven que gusta de sabores afrutados. Y no consume este tipo de espumosos en un ambiente formal, sino que se toman al aire libre en terrazas o en lugares de ocio y los beben muy fríos, incluso con hielo, les añaden frutas y son muy versátiles en coctelería.

Los vinos y cavas de Pago de Tharsys gozan de acreditado prestigio y conocido es también el lado más provocador de esta bodega de Requena. Como cava dulce que es, el Alegría de Tharsys lleva un mínimo de 50 gramos por litro de azúcares, que deben estar compensados con una excelente e importante acidez que lo mantenga ingrávido en el paladar, en perfecto equilibrio, mientras se degusta el trago sin que resulte pesado.

Se parte de un vino base seco de Chardonnay de cultivo ecológico, el mismo de su Brut Nature Reserva. Tras su segunda fermentación en botella permanece 14 meses en rima. El secreto está a la hora del degüelle, momento que los franceses llaman 'dosage', al añadir el licor de expedición, en este caso a base de viejas añadas de su vino dulce natural hecho con uvas Bronx asoleadas.

Alegría de Tharsys es como tener en la copa una macedonia de frutas tropicales y de hueso, con toques florales, tostados y de regaliz. En boca las burbujas dan sensación cremosa, es dulce, fresco, con buena acidez, largo y persistente. Armoniza con todo tipo de postres, pero rompamos tópicos y combinémoslo a cualquier hora con algunos platos salados, como salmón ahumado, foie, con un par de huevos Benedict o con unos clásicos medianoches, esos bollos suizos en los que contrasta su masa dulce rellena de jamón, salchichón, rosbif o fiambre de pollo trufado.