La recuperación de la Godello fue toda una suerte que hay que agradecer a los técnicos de la administración que en los años 60 se preocuparon de evitar su desaparición. Una década después apenas había censadas 3 hectáreas en todo Valdeorras, diseminadas en el minifundio que caracteriza el campo ourensano.

Los hermanos Guitián replantaron en 1985 sus 12 hectáreas con clones de Godello en la Finca A Tapada, cuando esta uva era poco conocida. Enseguida la vid autóctona demostró su nobleza para elaborar excelentes vinos. Comenzaron con un vino joven bajo la dirección del enólogo José Hidalgo, al que siguieron los fermentados en barrica, sobre lías y, después, el dulce Vendimia Tardía.

Viendo lo bien que evolucionaban sus godellos se decidieron a elaborar quizá su vino más especial, el Guitián +50 meses en botella, que sale al mercado cuando está en su momento óptimo. Se parte de una selección de parcela y de depósito de su vino joven, sin crianza sobre lías para respetar el carácter varietal, se embotella y se guarda en absoluta oscuridad para que no aparezca el 'gusto de luz', un defecto que aparece cuando la vitamina B2 (riboflavina) se ve afectada por la intensidad lumínica, entonces se producen reacciones de reducción, los vinos comienzan a evolucionar mal y dan olores que recuerdan a celulosa, lana mojada, cebolla o coliflor, nos comenta Hidalgo.

El Guitián +50 desafía al tiempo con los tonos verdosos que surgen de su color dorado. Hay que tener paciencia también para dejarlo reposar con la botella abierta, no hay que precipitarse y dejar que aparezca poco a poco su complejidad aromática, con recuerdos a flor de manzanilla seca, frutas de hueso maduras, corteza de naranja, balsámicos e hidrocarburos. En el paladar es intenso, fresco, sedoso, con una deliciosa sensación golosa y ácida, largo y memorable.