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Día Internacional contra la Violencia de Género

"El sexismo y el racismo actúan entrelazados"

Las mujeres migrantes están sobrerrepresentadas en las cifras de violencia de género - Piden que no se les re victimice y que se les de la capacidad de poner sus agendas políticas encima de la mesa

Alba Teresa Higuera Buitrago

Alba Teresa Higuera Buitrago («Pon Buitrago, que no quiero dejar fuera a mi madre») tuvo que escapar de Colombia, uno de los países con mayor tasa de feminicidios de toda América Latina. Está exiliada desde 2003 en España por su labor de defensora de los derechos humanos de las mujeres desplazadas por el conflicto interno. Visita Colombia en muy contadas ocasiones, para dialogar con las instituciones, y cuando lo hace tiene que ir acompañada de seguridad porque su vida peligra. «Primero empezaron las amenazas a mi y a mis hijos, y tuve que desplazarme por el país. Cuando ya no quedaba otra empezaron a decirme que un día iba a ir a recoger a mis niños al colegio y no iban a estar, que me los iban a ‘desaparecer’, empezaron los allanamientos en casa y me tuve que ir», explica. 

A Buitrago, según denuncia, la callaron mandándola al exilio. Pero aquí continuó su labor y formó la colectiva de mujeres refugiadas, exiliadas y migradas, una plataforma que se mantiene a día de hoy con el objetivo de situar las demandas y propuestas de estas mujeres en la esfera pública. Porque a pesar de que una de las causas más frecuentes de las migraciones son los feminicidios y la violencia de género, aquí en España las mujeres migrantes deben afrontar una doble carga; el sexismo y el racismo. Se puede ver en las cifras de la Delegación del Gobierno para la Violencia de género, donde las mujeres migrantes aparecen sobrerrepresentadas. De los asesinatos machistas producidos entre 2003 y 2019, el 33 % de las víctimas eran mujeres migrantes, a pesar de que el porcentaje sobre la población total es mucho menor. 

El 33 por ciento de las víctimas de asesinatos machistas entre 2003 y 2019 eran mujeres migrantes

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Pero esta es solo la punta del iceberg de las violencias que las mujeres extranjeras tienen que afrontar nada más aterrizar, y donde no solo tiene que ver el género o la orientación sexual. Como explica Salomé Carvajal, migrante ecuatoriana e investigadora del Institut Universitari d’Estudis de la Dona de la Universitat de València (UV) «el sexismo y el machismo actúan entrelazados».  

La jaula del trabajo del hogar

Uno de esos lugares donde se ve de forma clara es el trabajo del hogar y cuidados, un sector feminizado (95 % mujeres) y con más del 60 % de trabajadoras extranjeras. Marcela Bahamón explica que, aunque no existen cifras al tratarse de un oficio mal regularizado, las situaciones de abusos y violencia sexual son bastante comunes. «Recibí el caso de una chica que, cuando llegó su empleador, le dio una bebida y lo siguiente que recuerda es despertarse desnuda y darse cuenta de que había sido violada». Bahamón explica que estos casos son bastante comunes.

"Basta con ver las ofertas de empleo, los ofrecimientos sexuales y la falta de respeto que empieza por ahí", dice Bahamón. Según explica la portavoz, "una compañera tuvo que soportar que los hijos del empleador le pidieran que hiciera una felación de vez en cuando a su padre porque 'el hombre tenía sus necesidades'". Apunta que muchas de estas mujeres acaban necesitando ayuda psicológica tras estas situaciones, pero que difícilmente se atreven a contarlo en público por su situación de irregularidad administrativa.

El peligro de denunciar en comisaría

Y ante estas situaciones son muy pocas mujeres las que se atreven a denunciar por miedo a que les impongan una orden de expulsión. «¿Quien va a denunciar sabiendo que se pone en riesgo toda su vida en España si al policía se le ocurre pedirte la documentación? Al final, poder denunciar una agresión sexual o una violación se convierte en un privilegio», critica Carvajal.

Pese a que la ley dice que se ha de proteger al denunciante, Bahamón explica que "muchas mujeres me dicen que estoy loca por decirles que vayan a denunciar a comisaría, ni siquiera se atreven en muchos casos a ir a poner la denuncia al juzgado o hacer un parte de lesiones en un hospital. Las afectadas tienen terror a denunciar. Son ya varios casos en los que se vuelven con una multa y una orden de expulsión cuando iban a denunciar una agresión machista", cuenta.

Otro de los focos donde se reproduce el machismo es en las relaciones mixtas (una persona autóctona y otra extranjera). «Las relaciones de pareja pueden ser el caldo de cultivo de muchas violencias, y en estos casos la mujer puede sentirse limitada porque quizá depende de ese matrimonio, o del empadronamiento, para su proyecto de vida», explica Carvajal.

La infantilización, enfatiza Carvajal, es otra de las constantes a las que se enfrentan las mujeres migrantes por el simple hecho de serlos y ser leídas como tal, de fuera. "Al final es también otro fenómeno racista. En la academia, por ejemplo ocurre que siempre estás bajo sospecha ¿A quién has citado? ¿Quiénes son? Lo que yo hago siempre se ve como una experiencia y nunca como una categoría de discurso académico", critica.

Pese a todo, Carvajal pide que este 25 N no se les revictimice, y que el día sirva para visibilizar sus luchas y agendas políticas. "Las mujeres migrantes resistimos, creamos conocimiento, y tenemos pancartas que sujetar", la investigadora y activista incide en las marchas por una regularización de personas migrantes que se dieron en pandemia, o la de las trabajadoras del hogar para que sean incluidas en el régimen general de la seguridad social y dotadas de derechos. Carvajal reivindica que las mujeres migrantes lleven sus propias voces, imaginarios y estrategias. «Ya basta de ponernos en el lugar de la víctima y de la pobrecita. Las mujeres migrantes también somos protagonistas».

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