El asesinato de Cristina B. M. a manos de su novio, conocido ayer, conmocionó no solo al vecindario de la habitualmente tranquila y segura calle Conde de Altea, una de las arterias del acomodado barrio valenciano de Gran Vía, en l’Eixample, sino a buena parte de la burguesía valenciana, dado que la joven pertenecía a dos familias muy conocidas en círculos empresariales, de la comunicación y del Derecho.

La joven, de 30 años y que según su entorno personal apenas llevaba unos meses de relación con el hombre que presuntamente se convertiría en su verdugo, trabajaba como promotora inmobiliaria especializada en el mercado internacional en una firma del sector de los bienes raíces. Llevaba un año y medio en la plantilla y estaba muy integrada. Al parecer se estaba formando para conocer el mercado a fondo. No escondía su faceta emprendedora. Tenía un gran futuro por delante. De hecho, también formaba parte de la junta directiva, junto a su madre, de la de la empresa Ad Infinitum Inversiones S.L., creada por sus progenitores años atrás.

«Aprendía día a día»

Varios compañeros de su emprea se acercaron ayer hasta la calle Conde de Altea al recibir las primeras noticias sobre lo sucedido. «Era una mujer muy activa, que aprendía día a día. Parecía una esponja a la hora de absorber todos los conocimientos», apuntaron a preguntas de Levante-EMV. «Estamos consternados. La mayor parte de la plantilla somos mujeres y nos llevamos muy bien. Aún no nos creemos lo que ocurrido», valoró una de sus compañeras.

Cristina era hija de un conocido empresario valenciano de la comunicación fallecido en un accidente de tráfico en 2012, cuando viajaba a Madrid por motivos de trabajo.

Cristina B. M. contaba con una notable formación, además de poseer un gran currículum. Tenía un doble grado de Administración y Dirección de Empresas (ADE) y Derecho en la Universitat de València (UV), y había realizado dos másteres de alta dirección en la escuela de enseñanza superior de Bremen y en la de empresarios EDEM de València, así como un máster en comercio internacional en ICEX-CECO, en Madrid.

Cristina había completado su formación con cursos de capacitación de idiomas en distintos liceos franceses (Niza, Montreux y Normandía) y en el Instituto Goethe de Hamburgo. Tenía formación musical en el Conservatorio Profesional de Música de València en piano y belcanto. Además de francés y alemán, hablaba inglés a la perfección, ya que sus estudios de Primaria y Secundaria, incluido el bachillerato internacional, los cursó en el Colegio Británico El Plantío, en Paterna,