Michael Martin Hoseyni, el estadounidense de 55 años detenido el pasado viernes, 28 de enero, por la Policía Nacional en el aeropuerto madrileño de Barajas por el asesinato de su mujer y su posterior enterramiento en Alzira, dejó rastro de su crimen allá por donde pasó. No sólo fue captado por la cámara del apartamento de Los Barrios (Cádiz), donde supuestamente la mató, sacando el cuerpo a rastras, sino que también quedó registrada su cara cuando entró a comprar las herramientas para sepultarla en un almacén de materiales de construcción próximo al lugar donde se deshizo del cuerpo de Yana Rose, que tenía 40 años.

Así lo explicó ayer la Jefatura Superior de Policía de València a través de un comunicado en el que detalla que el presunto asesino machista compró una pala, un palote (pala plana de jardín que se emplea para trasplantar y abrir zanjas), un hacha, unos guantes anticorte y un cúter, en los días siguientes a su huida de Cádiz, cuando, cree la Policía, ya había depositado el cuerpo sin vida de su mujer en el lugar donde había decidido enterrarla.

Yana Rose, en una imagen distribuida por la familia, junto a su verdugo, Michael Martin Hoseyni.

Yana Rose, en una imagen distribuida por la familia, junto a su verdugo, Michael Martin Hoseyni. Levante-EMV

Tal como ha venido informando Levante-EMV, Yana Rose y su marido, que residían en una vivienda unifamiliar en Sheridan (Denver, Colorado), habían viajado a Europa para pasar unas semanas. Tras aterrizar en Milán, alquilaron un coche y a los pocos días recalaron en unos apartamentos turísticos de Los Barrios, muy cerca de Algeciras.

El día de Navidad, la madre de Yana Rose trató en vano de hablar con su hija por teléfono, así que acabó llamando a su yerno, quien le mintió diciendo que se habían peleado y que Yana se había ido. La mujer, cada ves más angustiada, acabó pidiendo a una amiga que denunciase su desaparición, algo que hizo a través de redes sociales, lo que movilizó a la Policía Nacional

Primero asumió el caso la valenciana comisaría de Abastos y, al ver que lo más probable es que Yana Rose hubiese sido asesinada por su marido, derivaron la investigación al grupo de Homicidios de València.

En un palacete de principios del siglo XX

A partir de ahí, localizaron el coche del sospechoso en Milán, donde lo había entregado el 11 de enero, justo a tiempo para tomar un vuelo a Denver, desde donde regresó el pasado viernes para entregarse a la Policía española en Barajas.

El cuerpo sin vida de la mujer fue localizado el 21 de enero, gracias al rastreo de la geolocalización de su teléfono móvil, enterrado a casi un metro de profundidad dentro de lo que fue una antigua finca burguesa de principios del siglo XX, en ruinas desde hace décadas, muy cerca del Hospital de La Ribera, en Alzira.

La investigación policial desarrollada en València permitió saber que, tras cargar el cadáver de Yana en el maletero, viajó hacia el norte, siguiendo la autopista A7. Paró varias veces en Murcia y Alicante, pero continuó hasta que, finalmente, optó por València. Tras buscar un lugar idóneo, el de Alzira, dejó el cuerpo, se alojó en València y fue y vino varias veces hasta que culminó el enterramiento, tras lo cual regresó a Milán y voló de regreso a Denver.