No se sabe si por el tremendo desgaste de la eliminatoria contra el Lagun Aro, o por simple cuestión de lógica - la mayor superioridad del rival-, el Valencia Basket Club sucumbió ayer ante el FC Barcelona. Y lo hizo sin paliativos. Con la contundencia que acostumbra a aplicar el conjunto azulgrana cuando anda fino, endosó al equipo de Velimir Perasovic un duro correctivo, una derrota histórica, que hace pensar en una serie muy corta. Mucho han de cambiar las cosas de aquí al domingo para que las semifinales de la liga ACB adquieran algo de equilibrio. Lo visto anoche, sin embargo, no invita al optimismo. La hegemonía del Barça fue incontestable en todas las facetas, la ofensiva, la defensiva y la psicológica. La diferencia de presupuestos entre una y otra plantilla - de los 22 largos del Barça, frente a los 10 del Valencia BC- quedó expuesta en toda su crudeza en el primer partido disputado en el Palau. En cualquier caso, algo más de oposición por parte del Valencia BC tampoco hubiera estado mal. Una imagen, la de ayer, para olvidar cuanto antes.

El desarrollo del encuentro convirtió el compromiso en un auténtico suplicio para el Valencia BC, pues a falta de tres minutos el grupo de Xavi Pascual ganaba de treinta (81-51). Números sonrojantes, fruto de un sinfín de errores, y que convirtieron en un espejismo el 0-6 inicial que hacía pensar en otro tipo de contienda. Un parcial de 4-23, acto seguido, cortaría de raíz cualquier atisbo de recuperación, de remontada. Así, el Barça se paseó cómodamente por el Palau, ante la incomparecencia del adversario. Hombres clave como Nando de Colo, Nick Caner-Medley o Víctor Claver tampoco se presentaron a la cita. Especialmente sangrantes resultaron el primer, tercer y último cuarto. Y eso que Juan Carlos Navarro, que volvió a jugar tras superar una fascitis plantar, se dedicó sólo a coger ritmo de competición. Como descargo para el Valencia BC, destacar la ausencia de Lishchuk en la pintura, que ayer se hizo notar. El reto, ahora, es levantarse cuanto antes pues pasado mañana llega el segundo acto, y el margen de error se estrecha. Regresar a la Fonteta con un 2-0 implicaría una presión enorme, un escollo difícil de salvar vista la calidad de un contrincante que aspira al título de liga para salvar una temporada en blanco.