M. C/J. Ll., Alcoi

El parking subterráneo de La Rosaleda fue el primer gran proyecto del gobierno de Miguel Peralta -junto al centro comercial y de ocio de Alzamora-, tras su acceso a la Alcaldía por la renuncia de José Sanus, a finales de julio de 2000. Esta actuación, cuya tramitación administrativa fue como un cohete, levantó suspicacias inmediatas entre los vecinos de la zona, que criticaban principalmente la desaparición de la única zona verde del barrio; el movimiento encontró también eco en las formaciones políticas de la oposición y, sobre todo, en la Colla Ecologista La Carrasca.

El proyecto -redactado, además, por un cuñado de Peralta- era tramitado y aprobado por el pleno de la corporación municipal -con los votos de los concejales del PP y el grupo mixto, integrado por los ediles sanusistas que habían dejado el PSOE-, entre una intensa contestación social, que incluyó una gran manifestación y la recogida de 6.000 firmas.

Paralelamente, llegaron los procesos judiciales. Por un lado, el general contra el proyecto básico -con el resultado que se está viendo ahora- y, por otro, el del concesionario del kiosco de flores, que fue desahuciado sin derecho a indemnización. El TSJ consideró incorrecta la medida, y el Ayuntamiento actual está tratando de resolver el problema mediante una nueva tramitación del expediente, extremo con el que el concesionario no está conforme, por lo que ha pedido la restitución del kiosco.

Por último, la obra de La Rosaleda ha dejado para la historia las curiosas imágenes del traslado del monumento a San Jorge, que fue desmontado y trasladado al parque de Cervantes, donde permaneció hasta que el parking estuvo terminado.