Levante-EMV

La palabra menstruación

Una tesis de la UPV alerta de la poca información y educación sobre la regla que reciben las mujeres y de las desigualdades que generan los tabúes alrededor de un proceso natural | Más de la mitad de las encuestadas no sabía cómo gestionar la sangre cuando les llegó por primera vez

Texto: Violeta Peraita | Gráficos: Laura García

Primer impacto

Lo notas. No te has hecho pis pero lo notas caliente. “¿Qué es esto?”, piensas. Te tocas el pantalón. Está mojado. Te miras los dedos. Sangre. Y a continuación sudor frío. “no, no, no”, piensas mientras la profesora habla a un nutrido grupo de alumnos. Veintitantas personas, calculas.

Desde ese momento, en lo único que piensas es en cómo vas a salir de ese aula sin que nadie note que estás manchada de rojo. Y cómo vas a dejar la silla. Qué vergüenza. Te agobias porque no sabes cómo gestionarlo, te preocupas porque no te ha pasado nunca antes. Y piensas en huir al cuarto de baño y forrar tus braguitas con papel higiénico. O con lo que sea para que esa mancha no se haga más grande.

Esta situación podría ser (y de hecho es) perfectamente cualquier testimonio de muchas chicas al tener su primera regla. Un proceso natural edulcorado (incluso para escribir este reportaje ha costado encontrar fotografías ilustrativas que no 'dulcificaran' el proceso con flores o purpurina en el lugar de la sangre) en la mayoría de casos, pero a la vez invisibilizado y rodeado de tabú. Se llama menstruación y es roja.


"Me acuerdo a la perfección cuando me bajo mi primera regla. Estaba durmiendo la siesta y fui al baño, vi sangre y la verdad es que lo que sentí fue miedo. Pensaba que me había pasado algo y fui corriendo a buscar a mi padre, que era el único que estaba en casa. Me tranquilizó y me explicó que era la regla. Tenía 15 años. Después mi abuela me dijo que ya era 'toda una mujer'", Eli, 26 años.


Vergüenza (23 %), estrés (15 %), preocupación (20 %) o incluso miedo (16%) y asco. Son las emociones que mucha gente experimenta cuando tiene su primera menstruación según un estudio realizado por la investigadora valenciana Sara Sánchez López dentro del trabajo que lleva a cabo en su doctorado, que está realizando en la Universitat Politècnica de València (UPV) con un equipo que incluye a Santiago Moll López, Rocío Póveda Bautista y Dani Barrington y en el que aborda la pobreza menstrual y, en definitiva la salud menstrual, toda la que tiene que ver con el ciclo.

Salud menstrual, ¿qué sabemos?

La salud menstrual es, tal como explica la autora del estudio, un concepto amplio que nace de una primera identificación entorno a la menstruación: la pobreza menstrual, es decir, la incapacidad de poder acceder a productos menstruales por cuestiones económicas.

Una situación que en sí misma es discriminatoria, pues obliga a las mujeres a hacer un desembolso económico extra al año que los hombres no han de hacer. Algo que se ha comenzado a abordar en los gobiernos y que se reflejó hace unos meses en España, con la bajada del IVA en los productos menstruales de un 10 a un 4%. De hecho, según la Organización de Consumidores y Usuarios, las mujeres gastan unos 2.000 euros en productos menstruales durante toda su vida fértil. No es un desembolso menor.

Por otra parte, diferencia Sara Sánchez, la salud menstrual es un término más amplio que hace referencia a la necesidad de experimentar el ciclo de forma saludable y con dignidad en todas sus vertientes, también la económica. Digamos que es el paraguas bajo el que se incluye la pobreza menstrual pero que atraviesa todas los ámbitos de la vida. Pasa por las áreas económicas, educativas, sanitarias (físico y mental) y, por supuesto, sociales y relacionales de una línea de vida. La máxima: la regla no debería limitar la calidad de vida de nadie y para ello es necesaria la información.

Esta ingeniera de montes ha dedicado toda su carrera a la cooperación internacional y durante su camino profesional y personal se ha topado con una realidad que se agrava en los países del sur global pero que, contra toda creencia, también afecta a los países del "norte global”, como España.

Casi todas las experiencias recogidas en el estudio de Sánchez (más de 4.000) muestran una narrativa negativa común respecto a esta primera experiencia. Y lo alarmante es que, a pesar de las diferencias de edad de las mujeres que contestan, las primeras veces son, en su mayoría, traumáticas. “Aunque se ha avanzado con los años, las mujeres nacidas en 1950 hasta las de 2010, todas tienen una percepción y unas emociones parecidas cuando les viene la regla”.  

Si tienen información, la adquieren en su mayoría de fuentes femeninas, sobre todo de las madres, las amigas o las hermanas. Pero la poca información que hay al inicio de la vida fértil que comienza con la primera menstruación se alarga durante años, pues "hay poca investigación y pocas respuestas", señala la experta. "Si las respuestas dependen de la situación personal, la educación recibida y los medios que una tenga, no estamos garantizando una menstruación digna", dice la investigadora.

La realidad es que si sabemos, "sabemos poco, muy poco".

Preguntas sin respuesta

Sobre el desconocimiento y lo que eso conlleva en la salud de las mujeres habla también la tesis mencionada.  El estudio demuestra, en este sentido, que el 35,7% de las encuestadas no sabían del todo bien qué era la menstruación cuando experimentaron por primera vez su presencia y que el 56,1 %, más de la mitad de las mujeres que han participado en el estudio no tenían información sobre cómo gestionar esta situación ni cómo proceder.

En este sentido, la investigación demuestra que a más información sobre la regla, menos sensación de miedo, vergüenza, asco, preocupación y más salud.

La información que les falta a las mujeres encuestadas plasmada en la tesis doctoral que prepara Sánchez con la UPV se divide en dos grandes bloques. En primer lugar, hay una demanda (tanto de hombres como mujeres) de saber a través de la educación reglada cuáles son los productos de higiene menstrual disponibles, cómo ponértelos y cómo lavarte.

En segundo lugar, se reconoce un gran desconocimiento sobre endometriosis y otros trastornos; se pide más información para comprender mejor la cantidad y consistencia del sangrado; sobre los síndromes premenstruales para saber qué es normal y qué no; consejos sobre el dolor y señales ¿cuándo algo no va bien?; Hormonas. Cómo afectan al cuerpo a lo largo de la vida y, por último, saber más sobre la menopausia.

Este periódico ha preguntado a varias mujeres valencianas y las respuestas concuerdan con las conclusiones del estudio.

Mistress Ess es una artista multidisciplinar afincada en València. Dibuja vulvas para reivindicar la necesidad de conocer nuestro cuerpos y despojarse del estigma. "Hay mujeres que pasan toda su vida sin observar su vulva o su cuello de útero. No saben cómo es".

Cree que una de las claves para tener respuestas es poner nombre a las cosas. Nombrarlas. Reconocerlas. Si no, la vergüenza perpetúa un silencio alrededor de la menstruación que agrava las desigualdades. "Hablar nos ayuda a entender, a investigar, a saber qué es sano y cuando algo no va bien".

Por otra parte, reivindica el conocimiento del ciclo menstrual como punto esencial para entender el proceso hormonal y las emociones vinculadas a él. "Es necesario conocer las distintas fases del ciclo así como indagar en la menopausia. No se puede hablar de menstruación y no hablar de menopausia. Un proceso también invisibilizado y que tiene muchas implicaciones (emocionales o físicas) para las mujeres que pasan por esta fase de la vida".

Tabúes

"Si la regla es un tabú del que no se habla, hay poca investigación médica y también poca legislación", razona la investigadora Sara Sánchez. El tabú entorno a la menstruación "agrava la desigualdad y no puede ser que tener la regla sea una fuente de desigualdad". En este sentido, la tesis doctoral que prepara Sánchez busca ser una "llamada de atención". Un grito de alerta a la normalización de un proceso natural por el que pasa la mitad de la población. "Normalizar algo no te obliga a hablarlo siempre, pero si alguien mancha la silla de sangre, será menos traumático, lo puedes comentar", comenta Sánchez.


"Que se presten tampones como si se estuviera pasando droga me molesta. Parece que te tengas que sentir avergonzada por tener la regla y creo que esto es malo para las nenas, porque si mujeres adultas actúan como si fuera algo vergonzoso ellas pensarán de manera inconsciente de que es como se han de sentir. Es importante enseñar a las jóvenes que no hay que esconderse, que es normal sangrar e incluso es una demostración del poder que tenemos como mujeres. Creamos vida", Ágatha, 26 años.


El tabú alrededor de la menstruación impacta también en los ámbitos de la salud y la investigación. No hablar de la regla implica "diagnósticos erróneos o dolores incapacitantes", añade la investigadora. "Si solo se recetan pastillas para el dolor o la desregulación del ciclo, muchas mujeres pasan años sin un diagnóstico claro". "De las cosas que no se hablan, no se legislan". Por suerte, este silencio generalizado se está diluyendo poco a poco. Pese a todo, todavía hay asuntos de los que no se habla. "Si tenemos la capacidad, a través de la educación, de que las experiencias no sean traumáticas, ¿por qué someter a las jóvenes a estos niveles de estrés y desinformación?", se pregunta Sara Sánchez en su tesis de la UPV. Educación. Eso es lo que hace falta, según añade.

La falta de información provoca, también, que haya afirmaciones que se extiendan por canales informales que den lugar a mitos. En el caso de la pesquisa de Sánchez, los mitos más repetidos e instaurados en la sociedad son los siguientes: "No se puede hacer mayonesa cuando tienes la regla porque se corta"; "las plantas se mueren" o "el bizcocho no sube". 

La clave, la educación

¿La clave del cambio? La educación. “Es necesario incorporar en el currículum de la educación formal, la que se imparte en las escuelas, información sobre la menstruación y no solo la relacionada con el proceso biológico y con la función reproductiva, sino información de servicio. ¿Qué es, qué ocurre, cómo manejar las primeras veces, cómo saber si el dolor no es normal?”, señala Sara Sánchez.

De hecho, los datos extraídos de su tesis doctoral son cuanto menos reveladores. El 74 % de las mujeres encuestadas había recibido educación sobe el proceso biológico de menstruar; el 20 % no lo había tratado en las aulas; el 15 % había recibido información sobre productos de higiene menstruales y el 2 % abordó las implicaciones culturales de la regla.


"Todavía hay poca información y el paso recae en las mujeres, que tenemos que dedicar un sobre esfuerzo en conocer nuestros cuerpos porque nunca nos han enseñado. Si nos hablan de algo es de los días de sangrado, pero no nos informan sobre las diferentes fases del ciclo menstrual, cómo varían las hormonas según las fases, qué necesitamos, cómo cambia nuestra energía vital, qué alimentación necesitamos", Marta, 26 años.


La menstruación se ha comenzado a visibilizar en la agenda política y se ha llegado a avances como la reducción del IVA en productos menstruales (responde al ámbito económico) y la implementación de bajas por dolores incapacitantes. Esta ha sido la última medida aprobada por el Gobierno de España, avanzada para lo que se había implantado en España hasta ahora.

"Es una buena medida pero es importante ir más allá porque falta información, investigación y se olvida la carga mental que supone. Falta educación formal, en los coles", reitera Sara Sánchez. "Todas recordamos la primera regla. Se queda marcada y sin embargo no tenemos la información necesaria. Si tener información depende del entorno o la situación personal, no estamos garantizando una salud menstrual igualitaria y digna", apunta.


"Creo que es importante que nos enseñen qué significa tener la regla y qué implicaciones tiene, pero sobe todo cómo gestionar el sangrado antes de secundaria. Cuando llegamos a la ESO nos explican lo que son los tampones o las compresas y ya llegan tarde. Hay que ir más allá", Marga, 26 años.


Por eso, concluye, se ha de aspirar a que todo el mundo tenga acceso a esta información con independencia de cualquier factor. ¿Cómo? Con educación. "La enseñanza reglada sobre la menstruación ha de estar a nivel estatal, en el programa de educación de España. No puede estar dejado a criterio del docente, porque habrá quien incorporará estos conocimientos y quien no los crea tan importantes", insiste.

La información juega un rol clave. A más conocimiento, menos experiencias negativas y menos estigma y infravaloración de emociones o dolores.

stats