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La buena mesa

Visita inaugural al nuevo restaurante de Ricard Camarena

El 7 de febrero de 2012, Ricard Camarena anunció que se iba del hotel Marqués de Caro, con su estrella bajo el brazo y un 9 en el Anuario de la Cocina de la C.V 2012. El 27 de julio reapareció en el antiguo local de Torrijos (Dr. Sumsi, 4, tel. 96 335 54 18, Valencia).

Visita inaugural al nuevo restaurante de Ricard CamarenaA. Vergara

En un tiempo récord, el matrimonio RC y Mari Carmen Bañuls, ha transformado el exTorrijos en un espacio absolutamente distinto. En palabras del cocinero «en un proyecto más personal e íntimo». Nada más entrar ya se percibe.

La decoración, interiorismo o estilismo es obra del mismo autor que firmó la imagen del anterior restaurante. Se llama, como es bien sabido, Francesc Rifé, de Francesc Rifé Studio. Camarena y su esposa han aportado ideas de raigambre popular que se integran coherentemente en la modernidad.

Al entrar al comedor, ¿qué vemos? Al fondo, la cocina, a la vista, limpia y perfectamente equipada. Incluso se puede hablar con RC mientras cocina, siempre que nos sentemos a la cabecera de un banco corrido adosado, como quien dice, a los fogones.

Un par de informaciones sobre este banco corrido. Es de Vic, de madera de roble. Pesa 240 rústicos kilogramos. Es hogareño y se deja acariciar. En este banco / mesa caben, sentados en sillas, alrededor de 12 ó 14 comensales. Es, en cierto modo, un retorno a la mesa / banco comunitario y conventual. El banco facilita conocer y charlar con los clientes de al lado o de enfrente, si pluguiese. RC propone dos menús, a 85 y 65 euros. Comí el 7 de agosto. RC ha inaugurado a toda prisa por un par de motivos. Uno, ingresar en la Michelin, que cierra su edición por estas fechas; y otro, mantenerse en primera línea. Si añadimos a estas perentoriedades sus otros dos nuevos proyectos, Central Bar, en el mercado Central (abierto el 16 de agosto, salvo contratiempos), y un local económico, Canalla Bistró, junto al restaurante RC, se entenderá que el chef nos dará todo su potencial gastronómico algo más adelante, ya más libre de papeleos y demás hojarasca burocrática.

RC ha escrito que su idea de la cocina es «buscar el terruño y los sabores definidos, a veces contrapuestos, pero que dan armonía en el plato». Recuerdo que escribí en 2006, cuando cocinaba en Gandia (no lo recuerdo: lo estoy leyendo) que «su gastronomía es moderna, de evocaciones, memoria y raíces, solventada con ponderación, preciosismo, sabor y segura técnica».

El menú del 7 de agosto. Snacks (algunos, viejos amigos): boquerón y manzana; ceviche y rábano; corteza de cerdo y sardina ahumada; pastisset de boniato, aguardiente y foie gras; y cremoso de bonito y soja. Continuación: verduras, moluscos y amontillado; caballa, cogollo encurtido (un poco lánguido) y sésamo; huevo con una falsa cáscara, yema de verdad (espléndida), emulsión de chistorra (y diminutas porciones de la misma) y hoja de limonero para desempalagar; calamares troceados en una sopa picante (me vino a la mente el sabor de la caragolà); rebozuelos (rossinyol, en catalán) y jugo de pollo a l´ast; parpatana de atún (zona carnosa del final del cuello y la mandíbula inferior) y nabo aliñado (melosa, con la blandura de un paté); y lomo de vacuno y tendones (resultado: callos con alcaparras).

Buena comida, y eso que RC acaba de empezar aquí. Se superará a no mucho tardar. Los camareros calzan polícromas zapatillas de deporte

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