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No te rías de los viejos

Jimmy Kimmel, presentador de la gala de los "Oscar", aprovechó el protagonismo de Christopher Plummer para sacar risa a los 88 años del actor. Dicen que se pasó. El humor viaja a las fronteras y Kimmel salió rodeado por los muros que prohíben las pintadas graciosas, asomarse humorísticamente al exterior y saltarlos sin caer en la incorrección política.

Sabedor de que no podía bromear sólo con Trump y excluida del repertorio cualquier referencia no épica a las mujeres (51% de la población), cualquier broma "LGTBQver más", cualquier chascarrillo sobre un estereotipo racial o nacional, cualquier guasa religiosa, cualquier chufla sobre anomalía física, cualquier chanza sobre sexo, cualquier gansada sobre mascotas y toda zumba sobre ricos y pobres encontró materia en un buen actor de mucha edad en quien la corrección política obró el milagro de conseguirle un papel en una película que ya estaba rodada. Excluido por gerontófobo el humor de la tercera edad queda el de la tercera fase, la gracieta ET (extraterrestres), sin duda alienófoba, una forma de xenofobia extrema.

Esto no está sucediendo en la severa Convención Anual de Contables Honrados en un hotel de Las Vegas sino en la fiesta de entrega de premios de fin de curso del sector que factura los productos más sofisticados de la industria ligera del espectáculo, ante profesionales de la simulación y la empatía humanas, procedentes de todas partes y mundanos, que usan su cuerpo como vehículo para interpretar historias de risa, dolor, muerte, sexo, miseria, riqueza, enfermedad, salud, violencia, amor, abuso, justicia...

Por encima de la orientación del humor, superada la fase del eufemismo, se impone por la fuerza la era de lo innombrable.

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