Al igual que hace cuarenta años, Tavernes de la Valldigna sigue siendo reconocida por su producción citrícola. Pero hoy, además, la capital vallera suena en otro ámbito que era impensable hace cuatro décadas; el circuito de los festivales de música, un fenómeno de masas que en España no tiene más de 25 años, si atendemos a la antigüedad del FIB. El primero en llegar -con esta edición hará ya 15 años- fue el Festivern. El formato es similar a los certámenes veraniegos, con su zona de acampada y recinto de conciertos, pero con la particularidad de que este se celebra en el núcleo urbano y en cada edición miles de jóvenes desafían al frío para despedir el año con música. Al Festivern se han sumado otros, estos en la playa; el Iboga Summer, de «reggae» y ritmos balcánicos, y el Mediterránea, con artistas del indie-pop nacional. Y habría que añadir, aunque para otro tipo de público, el Sete Sóis, Sete Luas, que recala en Tavernes desde hace 27 años.

En ese posicionamiento de Tavernes como destino de festivales ha tenido mucho que ver la política turística desarrollada por Compromís desde que gobierna el municipio. Los nacionalistas accedieron al poder en 2011 tras pactar con el PSPV-PSOE. En la siguiente legislatura (2015-19) Compromís obtuvo mayoría absoluta, y tras los comicios del 28 de mayo sigue gobernando, aunque con mayoría simple.

Otro elemento ha sido la puesta en valor como recurso turístico de la Cova del Bolomor, un yacimiento prehistórico que este año ha celebrado 30 años de excavaciones. Además de mejorar en difusión y visitas guiadas, se ha adecentado su entorno y hay proyectado un centro de interpretación.

Echando la vista atrás, los 40 años de ayuntamientos democráticos le han sentado bien a Tavernes. Cambiaron la ciudad obras como la carretera a la playa, la Casa de la Cultura, las instalaciones deportivas (con una piscina cubierta, esta más reciente), el instituto o el párking subterráneo. También hubo momentos duros, como la pérdida del tren de vía estrecha Carcaixent-Dénia, en 1974, o las inundaciones de 1982.

Pero siguen quedando asignaturas pendientes que necesitan el concurso de otras administraciones, como sacar la carretera CV-50 del núcleo urbano, con una circunvalación, o un plan contra las crecidas del río Vaca.