Empezar el viaje en Turkish Airlines te hace mirar alrededor por si hay cámaras grabando tu cara de felicidad infinita, por si tanto mimo es una broma, porque no estamos acostumbrados a una sensibilidad tan exquisita. Desde el minuto cero. La tripulación es especialmente cálida, afectuosa y te regala una sonrisa de oreja a oreja durante las casi cinco horas de viaje hasta Estambul. Y en Estambul, sin duda merece la pena acceder a la sala VIP de la misma aerolínea, porque no vas a dar crédito a lo que verán tus ojos. Muchos metros cuadrados abiertos 24 horas para que el viajero elija entre comida china, japonesa, italiana, vegana, árabe, frutas tropicales, cabinas de masaje, mesas de billar, televisores de plasma o sillones cama donde dormitar, trabajar o reflexionar sobre el sentido de la vida.