La moda se fundamenta en unas líneas argumentales que la han nutrido de retórica, confiriéndole cada temporada de un relato para explicarse. Roland Barthes, avezado analista de la estructura del sistema de la moda, las resumía en cuatro epónimos: geografía, historia, arte y naturaleza. Mucho nos hemos deleitado con las blusas georgianas, los cortes Imperio y la inspiración de Rotko o Mondrian en los trajes. Pero son las flores y las plantas, los azules indeterminados del cielo al atardecer, los almendros floridos de Van Gogh o los jardines ingleses quienes permanecen más inalterables, con repuntes como el de este otoño.