La extrema sequedad y falta de precipitaciones a lo largo y ancho de la Península Ibérica, son sin duda el preludio de un empobrecimiento territorial sin parangón tanto a nivel económico como ecológico. Es difícil comprender como a sabiendas de que nuestra situación geográfica nos hacía especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático, poco, por no decir nada, se haya hecho desde las instancias del poder en aras a evitar las nefastas consecuencias de dicho devastador fenómeno climático. Una verdadera revolución energética renovable capaz de crear riqueza, empleo , tecnología de vanguardia y optimismo ,hubiese contribuido a mitigar el cáncer climático que aridece y desertiza Hispania.

No obstante, poderosos intereses económicos acaban curiosamente sobreponiéndose siempre al interés general, impidiendo con ello el necesario cambio de rumbo energético de un país que pese a estar bañado por el sol deja incomprensiblemente escapar el enorme potencial energético que regala el astro rey en pro de otras energías sucias que alteran el clima e hipotecan nuestro futuro. Parece que esta gran sequía que se ceba especialmente con la más occidental de las penínsulas europeas, es el espejismo de otra sequía si cabe mayor, consistente en la enorme falta de ideas constructivas, empáticas y modernas de nuestra clase dirigente, anclada en insanas prácticas que impiden en definitiva la construcción de un país cómodo, avanzado y moderno, capaz de superar los grandes retos con ambición, generosidad, sentido común, espíritu constructivo, diálogo e imaginación. Martí Gassiot. Barcelona.