Para el Gobierno de Ximo Puig y para muchos valencianos, es incomprensible que la Sanidad esté en manos de empresas con ánimo de lucro. La salud no puede tratarse bajo prismas mercantilistas. De ahí, la apuesta por el sistema sanitario público sin adjetivos.

Existen otras entidades, que sin ánimo de lucro y que por su especialización desarrollan una actividad que encaja en el Sistema Público de Salud. Es más, de no ser así probablemente carecen de sentido.

Me estoy refiriendo a la Fundación Instituto Valenciano de Oncología, en mi condición de haber sido el primer secretario de la Fundación IVO (1978) y, en la actualidad Patrono en su órgano de gobierno. El IVO se creó y sigue funcionando por el empeño y la dedicación de personalidades que lideraban la Junta Asociada Provincial de Valencia Contra el Cáncer, como el II Marqués del Turia, Prof. Llombart Rodríguez, José Simó Aynat, Vicente Iborra Martínez, Marcelino Alamar Belloch, Fernando Martínez Costa, Joaquín Maldonado Almaner, Vicent Ventura o Carlos Sentí, entre otros.

El IVO mantiene un Contrato de Colaboración con la Conselleria de Sanitat Universal i Salut Pública que fija una aportación anual por parte de la misma por cada actuación realizada a los pacientes que acuden voluntariamente al IVO.

El contrato vigente vence a finales de 2016, por lo que procede reconsiderarlo y adaptarlo a los nuevos tiempos y la nueva situación. Supondrá una negociación porque el mundo avanza y los criterios cambian.

La Conselleria insiste en que desea mantener una relación con el IVO por ser «necesaria para la Administración por su alto nivel de profesionalidad». Este es un aspecto positivo de partida que debe tener en cuenta varias consideraciones para hacer factible el futuro del IVO.

Excluir al IVO de la posibilidad de recibir pacientes por el sistema de libre elección de centro, es una decisión que condiciona las demás. Supondría dejar a los ciudadanos valencianos sin la posibilidad de escoger el IVO como centro donde prefieren ser tratados. De igual forma, tampoco es viable limitar el acceso al IVO a una vaga e imprecisa asistencia «complementaria» a la del servicio público de sanidad.

Mantener el IVO requiere, ampliar el artículo I del Decreto 37/2006, de 24 de marzo del Consell de la Generalitat Valenciana en el que se especifica que los centros públicos son los únicos que pueden ejercer la libre elección de centro. En mi opinión, habría que ampliar el alcance del artículo I e incluir, aquellos especializados sin ánimo de lucro conveniados con la Generalitat, bajo su intervención y con el control de Sindicatura de Cuentas. Además, debería especificarse de manera clara algún criterio de población como requisito para que los pacientes puedan ser atendidos por el IVO.

Si no se resuelven positivamente las premisas anteriores, no será necesario controlar presupuesto alguno (como parece ser prioritario y hasta comprensible) pues no habrá pacientes nuevos. Dejar como remanente a los pacientes actuales o en tratamiento, significaría un proceso, más o menos rápido, de extinción del IVO. De este modo no habría ingresos nuevos. Hay que tener muy en cuenta que lo que se deja caer es muy difícil que se reponga y en el caso de que fuera posible la recuperación, ésta sería sometida a un proceso complejo y muy dilatado en el tiempo. Crearía incomprensión, extrañeza y frustración entre los ciudadanos afectados por esta enfermedad.

Si se diera este escenario la Generalitat perdería la oportunidad de contar con un Centro Integral de Asistencia Contra el Cáncer. A partir de un reconocimiento a la excelencia por la Organización Europea de Centros del Cáncer habrá que seguir progresando en la línea de las exigencias del reputado Instituto Nacional del Cáncer americano. En estas entidades de referencia es clave el análisis/ diagnóstico, el tratamiento y seguimiento de la enfermedad. Implican a todos los departamentos y disponen de un fuerte apoyo a la investigación, clínica, translacional y básica.

Es posible que la Conselleria de Sanitat no considere satisfactorios los vigentes estatutos de la Fundación, que datan de 1978. Los cambios pueden introducirse como ha ocurrido con anterioridad desde su creación en la mencionada fecha. También puede cuestionarse la estructura orgánica del poder y funcionamiento, que corresponde a épocas anteriores.

Si no satisface la percepción que se tiene de una cierta similitud con las empresas familiares, sin la real sucesión entre fundadores y generaciones posteriores. (Levante-EMV, 1 de febrero de 2014) y se desea eliminar prácticas poco estéticas, que no se corresponden con las normas democráticas que rigen hoy en la sociedad, se deberá encontrar un punto de encuentro. Situaciones que ya han supuesto tensiones internas en el Patronato de la Fundación que llevaron a «invitar» a un vocal a dimitir y no se renovó en el cargo a quien durante más de un cuarto de siglo estuvo presente y llevando el apellido de su padre, José Simó Aynat, que da nombre a uno de los edificios del IVO.

El IVO tiene una historia y una visibilidad públicas que se deberían salvaguardar. A su relevancia ha contribuido la confianza de miles de valencianos que lo escogieron para ser tratados, sus más de 600 trabajadores, el equipo directivo. Además, como organización y servicio es patrimonio de los valencianos. Se debe a toda la sociedad, que en gran medida aportó recursos para su mantenimiento. Para la dotación de recursos la Generalitat ha contribuido con los sucesivos contratos y aportaciones.

El Instituto ha sido pionero en la Comunitat en la atención a enfermos oncológicos hasta que se desarrolló estructuralmente esta especialidad en centros acreditados. Estos centros no tienen carácter general, como el Consorcio Hospital General, Hospital Clínico Universitario, Hospital Universitario, Politécnico La Fe y Arnau de Vilanova.

El sistema sanitario debería ir a una concepción integral de la atención a los ciudadanos, promoviendo la cooperación entre centros hospitalarios en el mismo campo de la medicina -como el caso del IVO en oncología-, y que se esté dispuesto a perder identidad propia para incidir en proyectos que deben asumirse como propios, sin perder la autonomía de cada centro.

Pero el IVO ha de estar ahí. Es pieza fundamental y especializada en atención oncológica directa a los pacientes. Ha de mantener su personalidad jurídica propia, pero con un papel de centro colaborador del sistema público sanitario. La Administración habrá de meditar y medir sus determinaciones con respecto al IVO, su mantenimiento y su futuro.

El rigor en su gestión exige la implantación de las exigencias y los controles lógicos y necesarios. Lo que se creó desinteresadamente, con mentalidad pionera y, en beneficio de los valencianos ha de tener la oportunidad de continuar con su papel destacado en el sistema sanitario de la Comunitat Valenciana.

Es responsabilidad de todos.