No corría el aire en el recinto, ni falta que hacía. Los abanicos agitaban adrenalina y el público hacía la ola. La plaza, con su aullido adolescente, reclamaba al cantante y aún faltaban veinte minutos. Salió al fin Alborán y cantó Está permitido, tema de su último disco. Podría parecer que Alborán enlazaba así su espectáculo con aquel último lleno en la plaza de toros, con aire político, aunque el malagueño se refiere en su canción más bien al amor.

Camiseta negra íntima y, tras los primeros temas, un piano de cola. Dijo «bona nit València» con acento malagueño, aunque Alborán tenía al público en el bolsillo mucho antes incluso de que arrancaran los primeros acordes. Solo una canción bastó para constatar dos cosas: que artista lleva consigo una producción monumental llena de destellos y toca asistido por una gran banda; y que habría llevado a su público al clímax aunque apareciera ronco y abúlico. No fue así: el malagueño se entregó y el público le acompañó en un incesante coro. Y es que llevaban semanas esperándole. Las que más sumaban 19 días en la cola, luchando por poder disfrutar del concierto lo más cerca posible. Pablo Alborán tocó frente a un público lleno de jóvenes que ansiaban cantar al mismo ritmo sus temas. De hecho, cientos de fans fueron acudiendo a la cita desde bien temprano y algunas aseguraban que el día oficial en el que empezaron a hacer cola fue el 15 de junio.

La actuación se enmarca dentro de la gira de su disco Terral, y la de ayer fue la primera, pues para esta noche está previsto otro concierto para suplir la demanda de sus seguidores. En total se han vendido 15.000 entradas para ver al malagueño en Valencia, aunque todas se agotaron hace meses.

Pese a ello, las que sí consiguieron una entrada soñaban con el momento en el que finalmente iniciara a cantar. «Nos gusta todo de él. Sus canciones, su voz, su música, lo buena persona que es», describe una de sus incondicionales durante el tiempo de espera. Para lograr entrar el primero, un grupo de fans creó un sistema que les permitió aguantar a la cabeza. «Llevamos casi veinte días haciendo cola. Nos vamos partiendo en mañana, tarde y noche, porque somos cincuenta personas que nos hemos organizado en turnos para no perder el primer sitio», cuenta una de las fans que conseguido mantenerse de las primeras de la fila.