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Historietista

Daniel Torres: «Cada casa tiene su propio ADN, como las personas que la habitan»

«La obra es un homenaje a la mujer; fue el ama de casa holandesa del siglo XVII la que introdujo la idea de hogar, de hacer nuestro el lugar en el que habitamos»

Daniel Torres: «Cada casa tiene su propio ADN, como las personas que la habitan»

Daniel Torres (Teresa de Cofrentes, 1958) vuelve a las librerías tras seis años ausente. Es el tiempo que ha dedicado a una faraónica obra: La casa. Crónica de una conquista. Son cerca de 600 páginas y un escrupuloso trabajo de investigación en un único volumen, en el que radiografía los antepasados de lo que hoy llamamos «hogar». Primero fueron cuatro paredes, poco más que un refugio donde el hombre se guarecía de los peligros entre fieras; hoy la casa comparte ADN con sus habitantes. Leyenda de la Nueva Escuela Valenciana, Torres pone en primer plano la arquitectura, uno de los personajes que nunca han faltado en su obra.

¿Cómo es esta «casa» de Daniel Torres?

La obra lleva por subtítulo Crónica de una conquista. Así que es, por una parte, una narración, y por la otra, una aventura. Todo en 26 capítulos. Es la aventura de la evolución de la casa. La obra encierra también una tesis que fue madurando durante el periodo de concepción de la obra, que ha durado seis años: tres años de desarrollo del concepto y realización de textos, investigación y bocetos; y otros tres años de realización de los originales y demás aspectos. La tesis es sencilla, pero hacía falta plantearla: había que preguntarse si las casas tienen ADN, como sus habitantes. A lo largo de 600 páginas he resuelto que, efectivamente, lo tienen. Tienen antepasados, que se remontan a la historia de la propia humanidad, desde hace 3.000 años, que es cuando se empiezan a construir las primeras casas de adobe, hasta la actualidad. Esta evolución ha influido en el ser humano y viceversa.

Han pasado seis años de su última obra, tiempo que ha necesitado para esta obra faraónica.

Sí. En principio estaba planteado como 12 entregas, de 48 páginas cada álbum, pero dado el momento editorial actual, en el que es difícil que el lector sea fiel durante 12 entregas, optamos por hacer el libro en una sola entrega. Era una apuesta fuerte, que se sale de lo habitual. Aúna en una sola entrega toda esta investigación en forma de narración gráfica: ilustración con texto y cómic. Se da, además, la característica de que no he querido repetir la fórmula en ninguno de los 26 capítulos. Cada capítulo „y casa„ está tratado de una manera distinta gráficamente. Es como si los dibujos de los capítulos antiguos fueran antiguos y a medida que evoluciona la casa se van modernizando.

Dar un sentido común a eso habrá sido complejo.

Ha sido muy complicado, pero cuando hago una obra hago primero bocetos; el concepto lo hago antes de los originales y los dejo muy cerrados. La obra ha sido posible porque en esos tres primeros años cerré mucho la obra, en cuanto a contenidos. Al mismo tiempo, sin querer, desde el principio se fue manifestando la tesis de la que hablábamos. Hay mucho trabajo de investigación y lectura: arquitectura, sociología, historia de las costumbres,...

El resultado es una obra casi como un libro de Historia y que resulta muy didáctica.

Es cierto, ha quedado una obra muy didáctica. Este libro tiene muchos libros dentro: es un libro de narraciones, de Historia, un cómic,... pero también es didáctico. Otro aspecto muy curioso es que yo no quería hacer una reivindicación en particular del hogar y me encontré con que el concepto de hogar surge en un momento muy concreto, en la Holanda del siglo XVII y prácticamente lo crea el ama de casa holandesa. Es ella quien introduce por primera vez la idea de que el sitio que habitamos sea nuestro y nos defina a nosotros como nosotros lo definimos. Ahí la casa pasa de ser un refugio en el que poder meterse a una idea. La obra es, en cierto modo, un homenaje a la mujer. Te das cuenta de la importancia de la mujer en el ADN de la casa.

Es una obra de peso, para leer con calma...

Si lo lees del tirón te puede dar un soponcio y ademas pesa más de dos kilos (risas). Se puede leer de manera cronológica, leer los capítulos que más interesan o como consulta para ver cómo se construía en cada época. Tengo muchas ganas de saber qué piensan los arquitectos cuando lo vean.

En su obra la arquitectura siempre ha estado muy presente, pero aquí se lleva la palma.

Yo considero la arquitectura un personaje más. La he trabajado mucho siempre. En este libro el principal personaje es la casa. Va cambiando a través de los personajes que la habitan.

Y las personas pasan a ser secundarios.

Sí, cada capítulo tiene un protagonista, que es la casa y su historia se cuenta por las personas que van viviendo en ella.

De todas las casa que ha estudiado, ¿en cuál se quedaría a vivir?

Quizás, en la inglesa. Tiene buena pinta y ciertos defectos de domesticidad, pero ya es una casa que manifiesta una personalidad, está en el campo, es atractiva... Aunque he de decir que me lo he pasado muy bien haciéndolas todas. Cada vez que dibujaba una me metía con los personajes en la casa.

¿Cuál es el ADN actual de nuestra casa?

Esta obra empiezo a hacerla en 2008, cuando se desencadena la crisis y que afecta al mercado inmobiliario. Mientras dibujaba, veo cómo explota la burbuja, se desploman los precios, las grúas de obras desaparecen... Las casas de hoy son inseparables del entorno urbano. A partir del siglo XIX y XX, nuestras casas están relacionadas con el urbanismo, son inseparables de ciudades, barrios, elementos que nos unen, calles,...

Acabamos de saber que Tebeo Valencia, el salón del cómic que se iba a celebrar en la ciudad se ha visto pospuesto.

Me he quedado muy sorprendido, es una lástima. Ya tenía fechas confirmadas con una exposición sobre este libro.

Lo que sí sigue adelante es la exposición que el IVAM tiene programada para el año que viene sobre la Línea Clara.

Sí, esperemos que eso siga adelante. Parece que las instituciones están tomando interés en que el cómic sea más visible. Valencia es tierra de dibujantes de cómic y está bien que estemos en museos o colegios y, por supuesto, en las librerías.

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