El IVAM exhibe pulso artístico. Los responsables, con el director José Miguel G. Cortés a la cabeza, esperan que la nueva exposición que se inaugura hoy, Perdidos en la ciudad, reconcilie al museo con su función básica, un punto de encuentro de la contemporaneidad. Por eso dos de sus sales principales se han convertido en una metrópolis, con bulevares, plazas, calles y arrabales.

Cortés ejerce de cicerone, pues es el comisario, en la ciudad del IVAM con visión global, donde a través de casi 300 obras se resume la vida urbana del último siglo, además con todas las técnicas artísticas: pintura, escultura, fotografía, cine, cómic y vídeo. Y literatura.

«Hay gentes, libros o ciudades que no entendemos, pero que nos atrapan y nos obligan a visitarlos una y otra vez porque advertimos en ellos indicios de que esconden algo que nosotros buscamos». Frase de Rafael Chirbes sacada de su libro Mediterráneos que ilustra la Sala 8, la dedicada a las «Urbes Desnudas». Cada uno de los diez espacios está envuelto con las letras de un escritor, en busca de la comunión del arte total.

La reflexión más extensa sobre la ciudad es el documental Empire de Andy Warhol. Filmado en blanco y negro en 1964, muestra en un único plano la fachada este del rascacielos más icónico de Nueva York. Son 8 horas y cinco minutos sin movimientos de cámara.

Tiempo y espacio, con sus contradicciones en diez paseos propuestos por Cortés que arrancan con la «Fascinación por las Metrópolis» que mostraron artistas como Paul Citroën con su fotomontaje dadaísta Metrópolis, hasta desembocar «en una visión de la ciudad más agridulce donde predomina la soledad, la indiferencia y la incomunicación», resume el director del IVAM.

Los dibujos de Miquel Navarro

Por el camino se ven El panfleto del Equipo Crónica, uno de los cinco cuadros que integraron la serie El Cartel, presentada en la VIII Biennale de París en 1973. Las fotografías de Horacio Coppola Buenos Aires 1936 y las de Gabriel Cualladó en París y Madrid. Las metamorfosis de Rauschenberg. Las deconstrucciones de Gordon Matta-Clark. Los pasajes globales de Julien Opie o Ian Wallece. También las multitudes diversas, con una escalofriantes imagen de Boris Mikhailov de un mendigo ruso, o el activismo Queer sobre la ambigüedad de género.

La sorpresa llega en la Sala 7, «Ciudades Imaginadas», con los dibujos de Miquel Navarro. No es frecuente ver cuadros colgados del artista de Mislata, pero ahí están los bocetos de algunas de sus esculturas. Como la composición Soca sobre el extrarradio de la ciudad, realizada en zinc y plomo, que sugiere la pervivencia del todo sobre las partes. Hasta Miquel Navarro —«como no podía ser de otra forma», sostiene G. Cortés—, vuelve al IVAM, en Perdidos en la ciudad.

El último trayecto de la ruta por la vida urbana en las colecciones del museo es el más inclemente. El análisis de las urbes desnudas a través de las instantáneas más difíciles, como el Panorama social de Mira Bernabeu; los mundos extraños y las criticas a la sociedad del consumo, para concluir en las arquitecturas del miedo. «Esa visión doliente de la ciudad se acentúa en la obra Chino frotándose las manos de Juan Muñoz, que se convierte en una metáfora de la incomunicación contemporánea», señala Cortés.

A través de los 2.000 metros cuadrados que ocupa la exposición se contemplan todos los colores y se escuchan todos los sonidos ciudadanos. Así que al final del paseo hay dos butacas y una selección de novelas de Don Delillo, Lorca o Cortázar cierran la exposición.

«Es fundamental entender la construcción del concepto de ciudad desde un plano global», concluye José Miguel G. Cortés.