Apunta Juan Vicente Martínez Luciano que lo que a él le engancha de Sagunt a Escena es «estar metido en el ajo»: contar sillas, hablar con los técnicos... situarse en frente del engranaje e ir puliendo aristas. «También espero el día de mañana (por hoy), cuando estén todas las gradas llenas», añade, refiriéndose a la apertura del Teatro Romano de Sagunt, donde esta noche se mezclarán artistas con políticos de todo el territorio valenciano. Ayer, antes de que los focos iluminasen el coso, el festival arrancaba en el Centro Cívico del municipio con una actuación circense, en la línea «informal y divertida» que busca el nuevo director del certamen para la sección del Off Romà.

Si logra reunir a todos esos políticos que acudirán al teatro al durante un minuto y al margen de los flashes, Luciano les pedirá «un poquito más de esfuerzo», económico, se entiende, porque «con un poquito más de esfuerzo este sería el festival más importante de todo el corredor Mediterráneo, junto al Grec de Barcelona».

La «coherencia argumental»

Para su regreso a la gestión cultural en la Comunitat Valenciana, en este caso a un festival, Luciano ha contado con un presupuesto de 260.000 euros y un equipo de unas 25 personas. Con estos recursos, afirma, ha hecho el festival que quería «para este año»: «Si resulta ser un fracaso, el único responsable seré yo», se expone Luciano, quien ha llevado a cabo la programación de una manera personalísima y siguiendo una estrella sobre la que gravita «desde el primer espectáculo hasta el último». Esto es «la idea de lo femenino», una marca que, según su director, convierte al actual Sagunt a Escena, en el «único certamen que gira en torno a una idea».

El director ha buscado la «coherencia argumental» a los espectáculos tras varias ediciones en las que, en su opinión, «con el pretexto del eclecticismo se incluían espectáculos que no tienen sentido en el Teatro Romano; este es un escenario con una personalidad muy particular y las obras tienen que amoldarse a él», reflexiona. «Te pongo un ejemplo, aquí tiene sentido que cante Maria del Mar Bonet, pero no Queen», ilustra el nuevo responsable.

El futuro, su futuro

Con la suerte echada para la actual edición en la que además del giro femenino se busca «una mirada a los clásicos desde la contemporaneidad», Luciano afirma que ya trabaja en el futuro del certamen, sin saber siquiera si él continuará al frente, pues su contrato expira cuando acabe este festival. «Pero yo no me puedo ir a casa como si me despidiera de todo esto; quiero pensar que no se acabará aquí», razona.

Por eso ha ido señalizando un camino por hacer y marcándose al tiempo sus propios objetivos: «Mi compromiso es integrar a la profesión teatral valenciana; me voy a batir el cobre por ello», asegura, y vuelve a insistir en que con más dinero se podría paliarla principal carencia de la presente edición: las producciones propias del festival. Recuperarlas se le antoja imprescindible, entre otras cosas para estimular el teatro en valenciano, donde el director ha encontrado poca creación importable al escenario saguntino. «Hay mucha creatividad en valenciano pero no demasiadas obras que se ajusten a la personalidad de este teatro», aclara el director.

Contra la escasez de recursos para contar con producciones propias, Luciano plantea sinergias: los próximos 2 y 3 de septiembre ha convocado un encuentro con directores de festivales teatrales como el de Mérida, el Grec, Teatre Lliure y muchos otros, además de «los grandes productores privados», para crear una red de coproducciones que gire por certámenes. «Además, eso nos permitiría traer grandes espectáculos europeos que ahora nos resultan inaccesibles», apostilla.

En cualquier caso, eso forma parte de un futuro todavía lejano. Ahora se presentan cuarenta días de artes escénicas que el domingo tienen su primer plato fuerte, con la adaptación de la Madre coraje de Bertolt Brecht por la compañía Atalaya.