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Muestra

"Trece Benidorm vaciarían toda la costa española"

El arquitecto y diseñador Oscar Tusquets inaugura en Rambleta su exposición de admiración a los rascacielos de la Costa Blanca - «Por encima de la popularidad hay una valoración estética»

Benidorm nunca pasa inadvertida. Reparte más amor que odio entre sus visitantes, y al revés entre los urbanistas más selectos. Oscar Tusquets (Barcelona, 1941) procesa una gran admiración. Tanta que el arquitecto, pintor y diseñador ha plasmado en la exposición «Gran Benidorm» su amor eterno por esos rascacielos. Una muestra que se inaugura hoy (20.30 h) en Rambleta.

La atracción por Benidorm le viene de lejos. «En el catálogo hay una fotografía del 75 que estamos con Mario Gaviria, Rafael Moneo, Federico Correa y Paco Saez de Liza». Una predilección urbana que sigue defendiendo, «y cuando se me sugirió el tema de la superpoblación mundial para una exposición en Londres», pensó en Benidorm «como una solución para el turismo masivo». No solo como urbanismo interesante, sino «además bello», y de ahí salen esas obras que «lo intentan demostrar».

Está «totalmente convencido» que el modelo horizontal es más respetuoso ambientalmente en la costa, tanto que «trece Benidorm vaciaran toda la costa española». Cuando se le interpela sobre la defensa de un ejemplo cuestionado por muchos de sus colegas, dice que siempre pregunta: «¿Pero has estado?» y resulta que «la mayoría de gente que me critica no ha estado».

Valor estético

En la exposición hay frases que apoyan las imagenes, una de Le Corbusier: «Lo que puede ser un sueño para veinte, es una pesadilla para dos millones». Por eso mantiene la belleza de Benidorm, incluso cuando un día de verano se acerca a las 270.000 personas. «Por encima de la popularidad hay una valoración estética».

Explica que en todas las postales se ve Benidorm de lejos, pero nunca lo que pasa en planta baja, «con su vitalidad tremenda», ahí donde ha puesto el ojo para sus cuadros. Recomienda la playa de Poniente, sus fantásticas noches en el barrio inglés, y alaba su clima benigno durante todo el año.

¿Hay alguna crítica justificada? «Hay dos manzanas llenas de casas pareadas, y el alcalde me ha dicho que no volverá a pasar. Es el modelo que de ninguna de las maneras se debe permitir».

Nostalgia y preocupación»

Se sorprende cuando se le pide una opinión de Santiago Calatrava. Piensa y suelta: «Es un tío muy brillante, que a veces hace grandes errores».

Tusquets, un declarado unionista con diez apellidos catalanes, confiesa su «preocupado» por la situación en Cataluña. E intuye una delicada solución porque «llevamos más de 35 años inculcando en las escuelas un desprecio por el resto de españoles que nos llevará años erradicarlo». Y para demostrar la división social de la otrora sociedad abierta, cuenta que hay amigos con los que ya no puede ir a cenar. Declara, por tanto, nostalgia de aquella Barcelona que acogía a intelectuales latinoamericanos como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Marquez.

Esa añoranza de aquella gauche divine que hizo universal a su ciudad natal, le lleva a mantener que es un insulto a la inteligencia comparar a Pasqual Maragall con Ada Colau. «Ya no me corto, porque durante años nos hemos callado».

Dedicado ahora a «cosas especiales», como el montaje de una exposición del surrealismo en Boloña, o la estación del metro de Nápoles, hoy está en València para declarar su adoración por el «Gran Benidorm».

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