A lo largo de las generaciones, la ciudad de Valencia ha vivido espaldas a la fiesta de Moros y Cristianos. No había sitio para ella en un calendario festivo sobrecargado con Fallas, San Vicente (los dos), Virgen de los Desamparados, Semana Santa, Corpus, e infinidad de fiestas «de carrer» igual de centenarias. Sólo la capacidad de crecimiento de la sociedad de festeros ha sido capaz de atraer la espectacularidad y colorido de este festejo. El impuso de las fallas ha sido, una vez más, determinante para ello. El fallero, incapaz de estarse quieto, ha ido introduciendo esta nueva modalidad, de la misma manera que es el mismo tipo humano que se viste de nazarenon vicentino o cirialot.

De hecho, ha sido en las comisiones donde está la cantera mora y cristiana. Aparte de desfiles más bien lúdicos y heterodoxos —por no decir charlotadas—, en el programa general de la fiesta hay paradas, desfiles y exhibiciones que han alcanzado ya un cierto renombre, léase las de Almirante Cadarso-Conde Altea —al calor de la cual han surgido otras en la zona de Gran Vía—, la Agrupación del Marítim, Ciutat Vella, Pío XI-Fontanares, etcétera.

El domingo, una selección de todos éstos tomará parte en la VIII Entrada de Moros y Cristianos de la Ciudad de Valencia, que recorrerá la calle de la Paz el domingo por la tarde. Casi dos horas de desfile en cada punto del recorrido.

Juan Morillo, de la escuadra Huracains de Benigànim es uno de los no capitalinos que más desfiles ha visto en Valencia y asegura que «el desfile no está mal. Sobre todo, porque la participación es enorme numéricamente. El vestuario es el correcto, la actitud también... no, esto no es un desfile de cuatro señores que se han ido de cena».

Un total de 19 escuadras cristianas y 31 moras componen la entrada. El secretario de la Federación, Vicente Roig, opina que «vamos en buen camino, pero somos los primeros que sabemos que aún podemos mejorar. Llevamos indumentaria que ha salido en cualquiera de los santuarios de esta festividad. Nuestro boato no puede compararse, por ejemplo, con el de Alcoi, pero hay que pensar que allí es la fiesta principal y aquí tenemos las posibilidades económicas que tenemos, entre otras cosas porque tenemos un calendario festivo mucho más cargado. Pero desde el primer momento hemos procurado que el desfile sea digno. Aquello es como la sección especial fallera y nosotros estaríamos en una primera o segunda».

Roig asegura que hasta se controla la actitud de los participantes. «Aquí no se va ofreciendo la espada al público para que jueguen con ella. Se juegan una sanción. Estamos contentos de que todos se esfuerzan por ofrecer un buen espectáculo y que la gente lo agradece».