Asociamos al país vecino con el clima oceánico, con la circulación habitual de borrascas del Atlántico que dejan precipitaciones suaves pero constantes. Así es en buena parte de su territorio. Pero hay una franja meridional en Francia que responde a los rasgos del clima mediterráneo, eso sí, algo más lluvioso que las variedades que se dan en nuestro país y con temperaturas también más frescas. Y con lluvias otoñales que también pueden derivar en diluvios intensos y torrenciales. Ha ocurrido hace unos días. En pocos minutos algunas localidades de la Costa Azul han recogido más de 150 litros. Se han anegados viviendas, infraestructuras de comunicación, comercios. Como en nuestro litoral mediterráneo. Y con un dato trágico de víctimas mortales. Sorprendentemente elevado para tratarse de Francia, un país que lleva muchos años aplicando medidas de reducción de los riesgos naturales. Con una ley específica sobre la materia que obliga, desde 1995, a elaborar planes municipales de riesgo, con cartografías detalladas y con prohibición expresa de edificar en áreas de riesgo. ¿Qué ha podido pasar? Básicamente que en zonas densamente ocupadas como la Costa Azul francesa o como muchos sectores de nuestro litoral mediterráneo español, las medidas de prevención se quedan cortas ante la violencia de las tormentas que se registran. Y es un problema que va a ir a más si se confirman los escenarios de cambio climático. En Francia hay un récord de lluvia torrencial, recogida en un solo día, que se asemeja mucho a los casi 1.000 litros recogidos en la cuenca del Júcar en la famosa pantanada de Tous. Pero ahora ya no son necesarias estas grandes trombas de agua para producir desastres. Con lluvias como las registradas estos días en el sur de Francia o como las que se recogieron en el litoral mediterráneo español el pasado mes de septiembre, es suficiente para ocasionar graves pérdidas económicas y víctimas humanas.