Es la forma verbal que caracteriza el Acuerdo de París sobre Cambio Climático, que se ha firmado en la capital gala hace unos días. Se refleja varias veces en diecinueve de las cuarenta páginas del documento. Y, según parece, ha sido la clave para que todos los países aceptaran el texto final. Se sustituyó en algunos artículos destacados la forma imperativa (deberán) por esta otra condicional, para evitar el posterior rechazo que algunos gobiernos y parlamentos podrían infrincxzalista a la vista de los compromisos de reducción de emisiones presentados ya por los países. Visto lo visto, hubiera sido mejor una prolongación del protocolo de Kioto, mejorando alguna de sus cláusulas y, sobre todo, eliminando los mercados de compraventa de emisiones, que es una gran perversión de todo este sistema.