Observando el panorama político y social de mi querida España, a la vista de los últimos acontecimientos se ha despertado mi vena de estudioso de la Prehistoria. Repasando la cadena de homínidos, me da la impresión de que, dentro de miles de años, los arqueólogos encontrarán un nuevo y cada vez más afianzado homo: el llamado homo corruptus, que será motivo de estudio e investigación. Cuando observen y analicen nuestro presente, calificarán al homo corruptus de espécimen destructivo, invasor, depredador y sin escrúpulos, que poco a poco fue extendiéndose.

El homo corruptus, por los datos que poseemos, se ha extendido por España, aunque está focalizado en Madrid, Cataluña, Comunitat Valenciana y Andalucía; y posee ramificaciones importantes en Murcia y en Baleares. El número de hallazgos del corruptus varía por días, pero se calcula que cientos. De hecho, cada vez aparecen más. En cuanto a su género, podríamos decir que la mayoría son varones, aunque emerge alguna mujer relevante.

Entre las características más peculiares del homo corruptus, a falta de investigaciones pormenorizadas, podemos citar varias. En primer lugar, ser un experto manipulador en la comunicación verborreica (hablar sin decir nada y mentir), como diría Noam Chomsky aplicando la técnica manipuladora de la distracción: «Mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real». En estos menesteres, el homo corruptus es especialista. En segundo lugar, otra de sus características es su afanada persistencia en ser el más patriota, a pesar de sus prácticas corrosivas para el país y sus habitantes. Finalmente, podemos citar otra de sus peculiaridades: autoproclamarse como auténticos líderes y modelos a seguir. Cuestión esta última difícil de sostener si pensamos en algunos casos de corrupción habidos en la banca y en el gobierno.

El homo corruptus es un ente auténticamente despiadado y sumamente egoísta. Su objetivo es perpetuar su especie y mantener su liderazgo con este lema: «¿Qué hay de lo mío? Primero soy yo, después soy yo y, si sobra algo, también es para mí». El homo corruptus ocupa habitualmente un cargo relevante en política porque, como dicen muchos de ellos, están ahí para hacernos un favor ya que, fuera de este ámbito, podrían ganar más dinero. ¿Es quizás por eso que el favor que nos hacen a todos nos lo cobran bien cobrado?

Los primeros ejemplares que se conocen en nuestro país han sido localizados en la Comunitat Valenciana y en Marbella, auténticos espacios de depredación para los corruptus. Rápidamente se extendieron al ámbito empresarial e incluso a las altas esferas del Estado, apareciendo otra especie rara de homo, el denominado corruptus monarquifamilis.

Los investigadores del futuro llenarán hojas y hojas con estos dos especímenes. Harán un completo estudio de sus clanes y orígenes, y de sus espacios de actuación llamados partidos políticos. Comprobarán como el homo corruptus, auténtico depredador y especulador urbano, ha contado, para conseguir sus fines, con la ignorante complicidad del resto de la especie, votantes que han aupado a estos corruptus para ocupar cargos de responsabilidad.

Recogiendo de nuevo las estrategias de manipulación mediática de Chomsky, estos corruptus han aplicado muy bien la técnica de mantener al público en la ignorancia y mediocridad, estimulándole a ser complaciente con esa misma mediocridad, forzándole al mismo tiempo a la autoculpabilidad, haciéndole creer que es el culpable de todo lo que acontece. Mientras, el homo corruptus sigue extendiendo sus redes, llenando arcas en paraísos fiscales.