Tal como reflejó la encuesta del CIS del pasado mes de julio, Pedro Sánchez no sólo se ha consolidado como el líder del PSOE gracias a su contundente victoria en las primarias socialistas, sino que por primera vez desde la derrota de Alfredo Pérez Rubalcaba la izquierda española supera en porcentaje intención de voto a la derecha española, incluyendo en esta última a un Ciudadanos con vocación centrista. Resulta claro, por tanto, que el giro hacia la derecha que dio el PSOE para permitir un Gobierno del Partido Popular fue innecesario y no entendido por las bases socialistas. Innecesario porque aunque se quiso presentar como un sacrificio imprescindible para la gobernabilidad de España, la posterior aprobación de los Presupuestos Generales del Estado demostró que el PP tenía otros ámbitos distintos al socialista donde buscar apoyo parlamentario.

Además, la abstención socialista en la investidura de Mariano Rajoy no fue entendida por una militancia que no perdonó dos cosas. En primer lugar, el esperpéntico y bochornoso Comité Federal que terminó con la dimisión de Sánchez como secretario general, retransmitida en directo por radios y televisiones y con buena parte de los críticos a Sánchez dando gritos y al borde de la histeria. En segundo lugar, la militancia tampoco perdonó ni olvidará que como consecuencia de aquella abstención la derecha siga gobernando en España a pesar de los innumerables casos de corrupción que afectan al propio Partido Popular y no sólo a decenas de cargos y excargos, las reformas de calado ultraliberal aprobadas aprovechando la crisis económica y el revisionismo histórico que pretende explicar la dictadura franquista como un régimen autoritario, paternalista e imprescindible dado el caos que dejó la II República.

El empecinamiento de Felipe González por impedir cualquier tipo de acuerdo con Podemos y Pablo Iglesias, dada la animadversión que existe entre ambos, fue determinante para que un Mariano Rajoy incapaz de negociar se hiciese de nuevo con el cetro de la Moncloa. Los partidarios de Susana Díaz no supieron entender que la sociedad española ha cambiado, sobre todo la izquierda, desde el movimiento 15M. El cambio sociológico que ha experimentado España ha supuesto que Díaz, con independencia de su edad, pertenezca al pasado del socialismo español.

El CIS viene a consolidar a Pedro Sánchez como la única opción posible para desbancar a una derecha cubierta de corrupción y mala gestión como prueban los 43.000 millones de deuda que el PP generó en la Comunitat Valenciana. Poco después de dejar de ser secretario general y de renunciar a su escaño de diputado nacional, eligió Xirivella como punto de partida de un trayecto que le llevó de nuevo a la secretaría general tras su abrumadora mayoría conseguida en las primarias socialistas. Ximo Puig dijo entonces que no sabía a qué venía Sánchez. Suponemos que a estas alturas, tras las primarias y la encuesta del CIS, ya debe saberlo.