No quisiera ser alarmista pero como continuen en esta deria las ideas separatistas de los políticos independentistas catalanes, a medio plazo, no se puede descartar la posibilidad de que hubiesen revueltas ciudadanas e incluso, en mayor o menor cuantía, derramamiento de sangre. Como dijo en su día Mao Zedong «la política es guera sin derramamiento de sangre, mientras que la guerra es política con derramamiento de sangre». Hasta el momento, tanto el gobierno de Mariano Rajoy como el gobierno de Puigdemont han defendido sus diferentes ideales e intereses de manera pacífica, pero todo hay que reflexionarlo, en algún momento, sirvase la historia de experiencia, puede estallar algún tipo dee revuelta o, lo que es peor, algún enfrentamiento entre independentistas y fuerzas de seguridad del estado, y causar sin quererlo algún accidente que nos podamos arrepentir.

Conforme transcurren los días y se vislumbra en el horizonte el 1 de octubre, percibimos como el gran problema de España sigue sin solucionarse y nos da la impresión, a los ciudadanos de pie, que la política no tiene ninguna

relación con la lógica democrática. El secretario del psoe, Pedro Sánchez, reivindica más diálogo entre el gobierno estatal y el gobierno catalán, afirmando que España es una nación de naciones y reclama como una de las posibles soluciones un estado federal con más autogobierno o un nuevo status quo con Cataluña. Es posible que tenga razón pero, conforme están a día de hoy las relaciones, nos viene a la memoria de muchos ciudadanos españoles que sería una catástrofe que el asunto se pusiera en situación límite y hubiese algún derramamiento de sangre entre ciudadanos hermanos.

¡Ojito al problema!, la historia es sabia y tenemos que aprender de ella para no caer en anacrónicos errores. En el ámbito ciudadano territorial español nos viene el pensamiento de que tenemos un estado federal (competencias

de las comunidades autónomas) sin federalistas y dada la situación política actual, en algunas comunidades autónomas una democracia sin demócratas. Es un caldo de cultivo que ciertos partidos políticos, a pasos agigantados, están reivindicando perspectivas políticas diferentes al gobierno estatal y por definición al orden estatal y constitucional.

En la constitución de 1978, por consenso, se cedió competencias a las comunidades autónomas, pero en Cataluña y en el pais vasco, las reivindicaciones de mayor autogobierno y soberanía se han acelerado de manera exacerbada. Hasta el momento autonomias como Andalucía, Aragón, Comunidad Valenciana..., no han traspasado la línea roja pero la pelota independentista está candente y es un problema que los ciudadanos de España debemos tener en cuenta.

Si repasamos la historia, observamos con alguna excepción, que los estados con identidad y tradiciciones diversas han fracasado en sus reformas federalistas y no digamos en su afán independentista. Como ejemplo Canadá que lleva varios lustros desde su fracaso en Charlottetown. Como dijo John Dorone : «se tu propio palacio o el mundo será tu prisión».