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A falta de pan, bombones

A falta de pan buenas son tortas», dice el refrán con recomendación de conformismo. Pan, o sea, dinero, para la Semana Internacional de Música de Cámara de Montserrat cada vez parece haber menos. Pero sus responsables no renuncian a los principios por los que se rigen sus programaciones desde bastante antes de iniciarse la actual crisis económica: ofrecer un marco para el fogueo de muy posibles futuros grandes músicos. Su lema diríase más bien: «A falta de pan, bombones».

Y bombones, exactamente «Bombones líricos» (esa era la frase que encabezaba el programa), fue lo que en el curso de la XXIV edición de la Semana ofrecieron Laia Cladellas y José Ramón Martín. Para ambos vale el mismo juicio global: buen presente, mejor futuro.

Las dos partes del recital se estructuraron en sendas secuencias: de la chanson y el lied a la ópera francesa e italiana; de la cançó y la canción a la zarzuela. En ninguno de esos terrenos cabe sino felicitar a la soprano catalana tanto por el grado de competencia técnica alcanzada a sus seguramente pocos más de veinte años como por la versátil musicalidad continuamente demostrada. Soprano lírico-ligera plena, en el primer segmento de su actuación hizo pensar (por ejemplo en el final de la Dedicatoria de Strauss y, luego, en toda el Aria de las joyas de Fausto) en su aptitud también para repertorios más dramáticos. De momento, su Lauretta y su Musetta transmiten una frescura arrebatadora.

De cada uno los tres compositores catalanes anunciados cantó dos piezas, y en todas gustó pero especialmente en las más íntimas. Dígase lo mismo pero ahora elogiando su capacidad para el tono extrovertido, de la incursión en la zarzuela (donde, además hubo que agradecer el rescate de Miguel Marqués) y de la página de opereta añadida como propina. Servicial como acompañante y original pero riguroso tanto en Chopin (un Nocturno) como en Albéniz (Recuerdos de viaje) tampoco del pianista valenciano cabría predicar sino bondades.

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