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Nico Munuera: originalidad sin límites

Nico Munuera: originalidad sin límites

Demasiadas veces sucede que el sentido primero de una palabra poco o nada tiene que ver con su acepción más generalizada o extendida. Así, abstracción es sinónimo de no figurativo cuando en realidad abstraer es considerar algo en su pura esencia o noción. Otro tanto pasa con la palabra original, cuando etiquetamos o calificamos algo como tal, estamos diciendo que es algo novedoso, sorprendente, no visto€ sin embargo su sentido etimológico es justo el contrario: relativo al origen, lo que nos remite a un tiempo pretérito e inicial. Estas breves anotaciones vienen a cuento de la exposición Praecisio, una apuesta radicalmente (de raíz) abstracta tensada desde un aquí y ahora tan personal como intransferible.

Pintor de una sensibilidad fuera de lo común, Nico Munuera (Lorca, 1974) ha sabido integrar con seriedad y solvencia sus tan asentados como inquietos intereses plásticos (orígenes) con las condiciones expositivas asociadas a la programación de la galería 6 del IVAM. A saber: realizar un proyecto específico para el espacio teniendo presente la ciudad de Valencia como marco de referencia (límites). Esa vivificante tensión, tan propia de la abstracción, entre orígenes y límites recorre nunca mejor dicho las diferentes obras, pocas, pero aquilatadas con el peso de la experiencia.

Relativo al origen es el hecho de titular el conjunto y las obras con nombres en latín, la lengua madre de la que surgen otras lenguas; el uso del lino y el bastidor como estructura; la pintura aplicada con pincel evidenciando el gesto de la mano y la traza de la brocha€

Relativo a los límites es que la tela aparezca en su color natural, apenas sin imprimar; que se corte y se muestre el soporte de madera; que unas obras se fragmenten en decenas de diminutos cuadros y que su conjunto muestre una obra obra única; que desaparezca la pintura y se abandone la verticalidad del muro para ubicarse oblicuamente en el suelo; que se monte y desmonte un políptico para volverse a montar de nuevo en la planta de arriba, exactamente en la misma posición que ocupaba abajo; que la pintura lo siga siendo, siendo al tiempo otra cosa€

En la planta inferior, unos solitarios dípticos y parejas de cuadros subrayan la intensa dialéctica que se juega mediante oposiciones directas y complejas. Al fondo de la sala, una soberbia pintura de un rojo infinito hace vibrar con su inquietante quietud no sólo nuestra percepción sino también nuestras emociones. En la parte superior, una esquemática maqueta de las dos plantas de la galería y un sencillo vídeo que muestra un plano fijo que recoge la llegada constante y cambiante de las olas del mar sobre la arena de la orilla, ponen desde posiciones muy distintas el mismo acento sobre esa profunda reflexión relacional que anima este magnífico trabajo. Relación entre las larguísimas horas de trabajo en el estudio y las comparativamente escasas de presentación en el museo. Relación entre las obras, entre los diálogos que surgen entre ellas y se extienden desde ellas hasta espacio expositivo. Relación entre las partes y el todo, entre el color y la materia como poderosos activadores de esa imaginación que vuela sin la gravedad cartesiana

A los recurrentes anuncios de la muerte de la pintura que se fueron sucediendo desde los albores y a lo largo del siglo xx, se ha superpuesto en estas últimas décadas toda una corriente, casi una moda, tendente a ampliar -expandir es la palabra mágica- los límites no sólo perimetrales del cuadro. A diferencia de demasiadas pseudo soluciones que han oscilado entre la negación o la alteración de la pintura desde la literalidad y la superficialidad, Munuera ha sabido explorar las posibilidades de lo pictórico, ahondando en la originalidad sin límites de la abstracción más esencial.

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