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Off the record

Divos y vedettes

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Me envían varios oyentes la repetición de la jugada con la que el Rayo Vallecano se adelantó en Mestalla. Analizando detenidamente la indiferencia y la apatía defensiva del Valencia, una de dos: o Parejo tiene a Jozabed en el Comunio o, lo que sería mucho peor, el equipo no preparó el partido con el respeto que se merece cualquier rival de Primera, por mucho que ocupe la zona de descenso. Y no me refiero únicamente a la pizarra, que también. Mientras el puente de mando rayista cocinaba el 0-1, Dani volvía al trote como si el asunto no fuera con él. Lamentablemente, la dejadez del señor que porta el brazalete con la senyera -y uno de los futbolistas mejores pagados de la plantilla- no es una excepción.

Hace una semana, Cancelo nos deleitó con un paseo similar mientras Bruma encaraba a Barragán en pleno vendaval donostiarra. Ni en primera instancia (la jugada arrancaba en medio campo) ni tras el regate del punta a Jaume fue capaz el portugués de lanzar una ayuda a su par en la posición de lateral derecho. Alguien ha debido explicarle a Joao que para ponerse de nuevo en el escaparate basta con unas cuantas gambetas y subir la banda en todos los ataques. De volver atrás que se ocupen otros. Intuyo que Robert Fernández se lo pensará dos veces a la hora de firmar a un jugador carente de los mínimos fundamentos defensivos exigibles. El fútbol no es solo atacar, desbordar y jugar para la galería. Para brillar en la élite también hay que aprender a sufrir. Y en este Valencia solo sufre el entorno. Mucho, además.

Hoy no vengo a escribirles sobre sistemas ni dibujos. A veces este negocio es mucho más sencillo y descifrable. Con la actitud de los primeros cuarenta y cinco minutos ante el Rayo Vallecano, es imposible ganarle a nadie. Con trivote o con siete delanteros, es absolutamente indiferente. Cuando del chollo de Mestalla se llevan puntos equipos como Rayo Vallecano, Las Palmas, Betis o Deportivo de la Coruña no podemos hablar de accidentes o errores puntuales. Sobre todo si comparamos el nivel de intensidad en todos esos partidos con el derroche y la generosidad en el esfuerzo que, la gran mayoría de jugadores que formaban parte ayer del once inicial, ofrecieron ante Barcelona y Real Madrid. Esa autogestión de la intensidad, esa elección de escenarios en los que brillar y dejarse hasta la última gota de sudor, es precisamente lo que enciende al respetable, lo que enerva al aficionado más paciente.

Nuno Espirito Santo fue incapaz de enchufar al equipo, de hacerlo competitivo. Y a Gary Neville le está ocurriendo exactamente lo mismo. Es descorazonador escuchar del señor que dirige el vestuario la palabra «inexplicable» para referirse a la primera mitad realizada por el Valencia. Si él, que convive a diario con los jugadores, que -se supone- prepara todos los partidos con idéntica dedicación-, que trabaja en Mestalla por primera vez tratando de hacerse un nombre en los banquillos no encuentra explicaciones€ apaga y vámonos. Hablando de explicaciones, ¿solo saben hacer declaraciones después de los partidos Alcácer y Javi Fuego?

Sostenía García Pitarch ayer domingo en Levante-EMV que, para regenerar la plantilla actual, serán necesarios tres años. Le faltó añadir que también harán falta decenas de millones de euros. Porque hay contratos de excesiva duración que pueden hacerse eternos excepto rescisión urgente. El modelo deportivo de la última temporada ha conducido a la sociedad hacia un túnel lúgubre y peligroso del que es vital salir indemne sumando 42 puntos con prontitud. Para quienes piensen que el escribiente se excede en la precaución, un par de datos objetivos: el Valencia no ha sido superior en sus enfrentamientos directos a cuatro de los últimos cinco equipos de la Liga BBVA. Además, ya estamos en la segunda vuelta y la distancia con la Champions League es exactamente el doble que la que el equipo mantiene respecto a la zona de descenso.

El nuevo director deportivo tiene mucho trabajo por delante. Buscar un entrenador a la altura de la grandeza del Valencia para la próxima temporada, fichar un lateral derecho de perfil defensivo, un central de garantías que supla la ausencia de Otamendi y no continúe empequeñeciendo a Mustafi, dos centrocampistas con jerarquía y recorrido para la medular y un delantero de primer nivel que le discuta la titularidad a Alcácer con regularidad y consistencia.

Pero todo eso a medio plazo. A corto, el cargo así lo exige, Suso tiene la obligación de bajar al vestuario y, con o sin Neville delante, explicarle a más de uno que esto es el Valencia, que aquí uno se deja el alma y suda la camiseta hasta que no le queda oxígeno en los pulmones. A pasear a la Alameda, pero con la carta de libertad bajo el brazo. Ya está bien.

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