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Nos quedan dos meses de aguantarnos

Voto de confianza

En este estado eterno de consulta demoscópica en el que vivimos instalados, a merced del tracking, se me está poniendo el alma de encuestador. Ahora comprendo a Gary Neville, segundo entrenador de Inglaterra (siempre al quite por si Roy Hodgson se duerme en el banquillo), cuando tuvo que hacer un cambio repentino y sorprendido por los acontecimientos dejó tiempo para sondear la intención de voto de Mestalla; acto seguido efectuó la sustitución convenida por la mayoría.

El otro día, en el primer desayuno de la mañana, me pillé preguntando con vocación de telefonista del EGM quién era el mejor entrenador del Valencia en época reciente. La concurrencia, a punto de responder 'Zapatero', acabó alabando a Héctor Cúper y elevando una protesta a pie de página: la injusta catalogación como entrenador barraca, aludiendo a una primavera en la que el VCF arrasaba los campos marcando de cinco en cinco como si fuera Topal el central del equipo contrario.

Aunque mi ejercicio demoscópica favorito es repasar las encuestas de satisfacción que los periódicos hacían para valorar la acogida de un fichaje. Como la de 2001, cuando los fichajes de Salva Ballesta y De los Santos copaban mayoría absoluta y los de Mista, Rufete o Marchena parecían UPyD.

Sueño con que el Valencia nos consulte qué equipo quisiéramos tener. No los nombres, si no el estilo. Así después no habría posibilidad de rebelión: «es lo que quisisteis», «disfruten de lo votado». Mientras el valencianismo ve vídeos de Kostic (el tiempo de estancia en YouTube es proporcional al aumento de ilusión por un posible fichaje), me pregunto, de poder votar, qué tipo de equipo elegiríamos?

Si uno de posesiones largas a la caza de la ocasión de Alcácer, si uno alocado estilo Bremen 2010, si uno ranierista a base de contragolpe, si barraquero hasta decir basta, si adelantado con defensas veloces, si técnico en busca de la fantasía, si? Que abra el Valencia una encuesta en Twitter, que Pako convoque una asamblea ciudadana en el kilómetro cero del valencianismo.

Si me llamaran en son demoscópico diría que deseo un equipo picante que embarre los partidos del rival, lleno de oficio detrás, de mala leche, rápido en la salida aprovechando la velocidad de sus extremos, un equipo que proteste ante las microinjusticias, agreste en su manera de encarar los partidos, que merezca titulares gruesos de Pedrerol poniéndolo a caer de un burro en lugar de dedicarle loas complacientes. Un equipo hecho de cemento armado que castiga infalible los errores del rival.

Y es que a veces un voto no es más que la proyección de pequeños sueños.

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