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La lucha contra el reloj de una vaca atrapada junto a un río

La lucha contra el reloj de una vaca atrapada junto a un río

El animal, que está preñado, permanece bloqueado en la ribera tras caer al cauce

Desde la granja de la familia Vilariño Barcala, en Vila de Cruces (Pontevedra), hasta la zona de Pozo Negro, en el mismo municipio, hay más de cinco kilómetros. Son los que recorrieron tres vacas de la explotación, en la noche del jueves al viernes, por pistas forestales hasta acabar en el cauce del río. La corriente las arrastró hasta quedar encajonadas sin poder salir.

La hija de los dueños, Marina, explica que comenzaron a buscar los animales a primera hora de la mañana del viernes, y al ver que no aparecían contactó con el 112 y el 062, “pero me dicen que la responsabilidad es mía, y que denunciase en el Cuartel”, al que también acudió. Mientras tanto, gracias al despliegue vecinal ya que unos habitantes de aldeas vieron las pisadas por las pistas, pudieron seguir las huellas, “hasta que ver acababan en el río. Fue terrible. Cuando llegó mi madre y una vecina, las vacas estaban buceando ”, explica Marina.

Con mucha pericia, colaboración, paciencia y poleas con cuerdas los vecinos lograron primero sacarlas de la corriente del río. El problema no es el caudal, sino la fuerza con la que suele descender el río Deza por esta zona. No en vano, suele ser un tramo muy frecuentado por aficionados a kayak. Ya el sábado, podría retirar de la zona a dos de las vacas. Pero la tercera "ya salió muy cansada del río, luchó mucho y está débil y con frío", por eso no consigue ascender la pendiente llena de pedruscos que la retiene. Hasta resultado difícil de subir y bajar para una persona.

Las tres vacas están preñadas, y este lunes ninguna había abortado. Tampoco rompieron ninguna extremidad, pero la que todavía está atrapada, con siete meses de preñez, no se atreve a subir la cuesta que la separa de sus dueños. Desde el sábado, sus propietarios y los vecinos se turnan para dormir junto a ella, con temperaturas rozando los cero grados y el estruendo del Deza como fondo. Tienen una radio encendida para que no se acerquen alimañas. Los vecinos, "a los que no sé cómo les vamos a pagar", les proporcionaron comida, una manta para el animal y paja que permita que el animal no resbale en el suelo y vuelva a acabar en el agua.

Visita veterinaria

Este lunes por la mañana un veterinario se acercó para examinarla. Ya lo había hecho durante el fin de semana. Estaba también un agente del Seprona, y dos palas de un vecino con el que había contactado el alcalde, Luis Taboada. Uno de los vehículos está allanando los en torno a 100 metros de sendero, cubierto de piedras, para que otra pala, más grande, retire escombro y allane para que el animal pueda subir sin dificultad. Marina Vilariño agradece la implicación del regidor, que ya el sábado estuvo ayudando como un vecino más, y que este lunes a media mañana se presentaba de nuevo en el lugar. Los palistas estiman que tendrían que continuar con los trabajos entre dos y tres días, debido a que la zona es, como decíamos, bastante escarpada y muy estrecha. A ultima hora de la tarde de este lunes, calculaba que este martes podrían llegar junto al animal.

La rapidez de los trabajos de las retroexcavadoras también depende de la actitud de Medio Ambiente. Los dueños temían que la consellería pusiese algún tipo de trabas al estar interviniendo a escasos metros del cauce del río.

Sobre la ayuda pública, los dueños de la explotación tienen mucho que echar en cara. “No estoy pidiendo que 112, Medio Ambiente o Benestar Animal vengan a tirar de la vaca, pero sí que nos den ideas. Vino el domingo por la noche (por el domingo) el Seprona, y hasta una vecina le preguntó que a qué venían, a esas horas de la noche. Hubo que llamar a alguien para que esta persona, a su vez, hiciese una llamada a los de arriba, para que se moviese algo ”, lamenta esta mujer. Este lunes a mediodía, se acercó uno de los Bomberos de Silleda para ver si podían montar un mecanismo para sacarla de dónde está.

El lobo posible causa

La explotación de esta familia tiene un seguro, y en cuanto tuvo constancia de la falta de las tres vacas dio parte, por si podría provocar un accidente o aparecieron en otro lugar. Días antes, los animales han salido de otra finca y el jueves, posiblemente, tuvieron miedo al ver algún animal salvaje. Quizá el lobo, porque sí están acostumbradas a ver jabalíes, según apuntan sus propietarios. La cercanía del lobo es lo único que, a su juicio, explica por qué las tres vacas pudieron huir despavoridas, en plena noche, de una finca pegada a la vivienda y escapar monte a través hasta acabar en el río. “No es frecuente que escapen. Si llegaron hasta aquí es porque tuvieron miedo”, apunta Marina Vilariño.

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