Placas con el lema «En memoria de los olvidados» aparecen desde hace años en numerosos cementerios españoles, y el de Castelló no es una excepción. Pero la intensa, y a veces poco valorada, labor de investigación de colectivos como el Grup per la Recerca de la Memòria Històrica va poco a poco dando sus frutos para ir poniendo nombre y apellidos, no sólo a los represaliados del franquismo, sino a todos aquellos ciudadanos que acabaron enterrados en la parte civil del cementerio, algunos como castigo para purgar pecados de su 'mala vida', otros por convencimiento personal pese al estigma social que representaba obviar lo más sagrado.
El objetivo, en cualquier caso, es acabar de una vez con esa eterna placa de «los olvidados». Y el trabajo de la Memòria Històrica ve ya sus primeros frutos al haber sido capaces de recuperar la identidad de unas mil personas que parecían no haber existido en el cementerio de San José de Castelló. La labor se ha visto reflejada en la decena de placas de hierro tratado que recogen todos estos nombres, víctimas del franquismo, que dignifican por fin el cementerio civil de la capital de la Plana y que hoy, a las 12 del mediodía, será inaugurado en un acto oficial del ayuntamiento. Es un paso, pero queda mucho por hacer, como recuerdan investigadores del Grup per la Recerca de la Memòria Històrica como Queta Ródenas o Juan Luis Porcar. Tras haber conseguido rescatar esos mil nombres y recogerlos todos en las placas, el siguiente paso es conseguir que el ayuntamiento acceda a introducir en la base de datos del cementerio los nombres y la ubicación de todas las personas enterradas en la parte civil, no sólo de los represaliados del franquismo, sino de todos los demás.
Y es que, a fecha de hoy, cualquier vecino puede llamar pidiendo información sobre un difunto enterrado en el cementerio, con datos que te marcan perfectamente dónde se encuentra, pero si este difunto está en la parte civil, los datos no existen. La Memòria Històrica ya remitió el pasado mes de abril un escrito solicitando al consistorio que dé el paso para acabar con esta anómala situación, que según señalan desde el colectivo no supone mayor esfuerzo para el ayuntamiento «ya que toda la información se la daríamos nosotros porque tenemos toda la información para poder hacerlo».
Historia
Fue el año 1884 cuando Castelló acogió el primer entierro en el cementerio civil. Se trataba, como recoge en un amplio estudio la investigadora Queta Ródenas, de Joaquín Ramos Peris, natural de Onda pero vecino de Vila-real, donde ejercía de médico. El entierro fue tan polémico que, como resalta Ródenas, toda la prensa se hizo eco del momento.
Ser enterrado en un cementerio civil no era, precisamente, un camino de rosas ya que su estado de conservación era lamentable y el descrédito social, intenso para las familias. Los destinatarios de estos cementerios eran variados, tal y como señala la investigadora Queta Ródenas. Por un lado, estaban los que optaban de manera voluntaria por una tumba civil, entre los que se encontraban masones, protestantes, anticlericales y librepensadores inconformistas. Entre estos encontramos a significados masones como Francisco Fletcher Puerto y Enrique Dávalos Pascual o practicantes de otras religiones como el británico Rusell Ecroyd, propietario del conocido «Garaje del Inglés».
Por otro lado, aparecen también aquellos que habían muerto en pecado, como suicidas, niños sin bautizar, parejas que convivían sin estar casadas, etc. Y, por supuesto, con la Guerra Civil, las víctimas del franquismo.