La cara A del fútbol son las agresiones, los insultos, las provocaciones las malas formas de dentro y fuera del campo. Unas prácticas demasiado habituales en las distintas categorías del balompié nacional. Pero la cara B, la buena, es otra muy diferente. Por ejemplo lo que se vivió ayer en el Javier Marquina en el partido de benjamines de primer año entre el San Pedro A y el Villarreal A, que acabó con el resultado de 0-10, aunque eso es lo de menos.
El colegiado del partido, Antonio Rodríguez Gemino, se percató de que uno de los niños del conjunto grauero no disputaba los balones. Se le veía como desconectado del juego durante el desarrollo del mismo. «En una detención del juego cojo el balón y me dirijo a él, como un formador más, (lo que debemos ser los árbitros en estas categorías), y le pregunto por qué no quería patear el balón. El nene no respondió; vuelvo a insistir, y sigue sin hacer caso con una timidez que le hacía encogerse a cualquier persona», reflejó el árbitro en el acta del duelo entre ambos conjuntos.
«Desde la banda, el delegado del San Pedro, me hizo unas señales y me avisa de que el niño era autista. Se me cayó el mundo; nunca me había encontrado en esa circunstancia», agregó. Fue entonces cuando también se enteró el Villarreal y ellos decidieron retirar a un futbolista, para jugar siete contra siete.
El árbitro del partido entre el San Pedro y el Villarreal, en un detalle que le engrandece, quiso que ese gesto de deportividad constase en el acta del enfrentamiento. «Agradecer enormemente la ayuda y gesto de todo el cuerpo técnico del Villarreal. Con ésta acción, los niños están por encima de un resultado», redactó Antonio Rodríguez Gimeno en el acta.