El párroco de Benavites, Francisco Llorens, no teme que el arzobispado le vaya a trasladar, pese a la petición formal que han hecho en ese sentido todos los concejales del ayuntamiento al entender que desde su llegada al municipio, el 26 de enero de 2014, «el malestar generado con vecinos y asociaciones religiosas o civiles ha sido creciente, hasta crear un continuo clima de crispación que no favorece la pacífica y deseable convivencia entre vecinos», afirman en su carta.
Un día después de la declaración del alcalde, el sacerdote descartó que la solicitud municipal de que lo trasladen vaya a tener éxito. «Estamos en un estado aconfesional donde la Iglesia y el estado son independientes. Me siento muy respaldado por la Iglesia, el obispo y la comunidad parroquial, por lo menos, de quienes están implicados en esta última en cargos de responsabilidad», afirmó.