Los ecologistas alertan de la falta de control de cien balsas menores de residuos tóxicos

Las recientes imágenes de calles y casas anegadas por un corrosivo lodo rojo en distintos puntos de Hungría por la rotura de una balsa de contención de vertidos minerales ha llevado a las retinas de muchos valencianos un desastre similar: el ocurrido en el municipio andaluz de Aznalcóllar en 1998. Como ocurre casi siempre, la llegada de una gran catástrofe a los telediarios ocasiona que el ciudadano de a pie decida mirar a su alrededor y plantearse una pregunta obligada: ¿Cúal es el estado de estas instalaciones en la Comunitat Valenciana

De momento, las alarmas no han saltado. El último documento oficial que analiza la situación es el inventario nacional de balsas mineras que coordinó el Instituto Geológico Minero de España (IGME) en 2002. El texto sitúa a la C. Valenciana en un segundo escalafón, con 19 zonas de contención activas en un grupo total de 36. Datos muy alejados de las 451 "estanques" de Castilla y León.

Sin embargo, desde Ecologistas en Acción del País Valencià (EAPV) alertan de la existencia de más de un centenar de balsas "menores" en el tejido industrial valenciano, aunque declinaron dar nombres. El modus operandi denunciado es claro: las firmas ubican un terraplén acotado en una superficie cercana a la fábrica y depositan allí sus residuos líquidos. Carlos Arribas, portavoz de la entidad, comentó que "hablamos de balsas tóxicas menores, pero en gran cantidad, con lo que el tema sí es preocupante".

Arribas explicó que "los residuos no son muy peligrosos. Hemos tratado el tema en la reunión que hemos tenido hoy -por ayer- debido al lodo rojo". El gran problema, para el representante verde, es la escasa atención prestada desde las administraciones, "cuando una fábrica no está a la vista, sus instalaciones no se vigilan mucho y actúan como quieren". Aunque la situación actual no es la adecuada, desde EAPV recuerdan que "la C. Valenciana no se ha caracterizado nunca por su industria minera. Contamos con empresas dedicadas a la extracción de arcilla, yesos o rocas calizas, pero no somos muy importantes en el sector".

Comarca de la Serranía

De hecho, Arribas emplazó a la mayoría de firmas mineras de la Comunitat Valenciana en la comarca de la Serrania, "abastecen en gran medida a la industria azulejera en Castelló".

El informe del IGME establece que el volumen de almacenamiento en el conjunto de las estructuras de la Comunitat Valenciana es de 6.387.000 metros cúbicos. Destaca el hecho de que Castelló aglutina más del 80% del total de residuos -4.997.000 metros cúbicos-, cuando solo acoge siete de las 36 balsas totales. El resto de zonas de contención (29) abarcan en Valencia una superficie de 1.390.000 metros cúbicos.

Por último, el documento de rango estatal destaca la evaluación geotécnica de dos estructuras en el municipio de Ademuz "con una estabilidad baja como consecuencia del mal estado en el que se encontraban sus diques de contención".

El último caso conocido se produjo en Crevillent

Contar con un caso concreto sobre problemas ocasionados por una balsa en la Comunitat Valenciana es una tarea difícil. De hecho, cabe remontarse al año 1998 con la polémica generada entorno a la empresa Spumatex, emplazada en Crevillent. Las presiones de los grupos ecologistas causaron que la firma adquiriera una depuradora para tratar los productos tóxicos que evacuaba en una balsa cercana a sus instalaciones. Spumatex está especializada en la fabricación de gomas y vulcanizados para el sector del calzado. Los aditivos tóxicos utilizados en los procesos de construcción de los productos fueron los causantes de la problemática. Carlos Arribas explicó que "en realidad se trataba de una chapuza". Para el portavoz ecologista la visibilidad del complejo de Spumatex fue clave, "lo que ocurrió es que las aguas contaminadas llegaron hasta una carretera cercana y causaron diversos problemas al tráfico rodado. Ahora, deberíamos mirar a todas estas fábricas ubicadas en lugares no visibles".