¿Cómo ve el sector ahora?

Sufre cambios dramáticos, con una desvirtuación y un desprestigio cada vez más acusados, por el vuelco mercantilista que ha tomado y por el intrusismo profesional penado con condenas irrisorias.

¿La mercantilización de las clínicas repercute en la salud?

Sí. La calidad no puede mantenerse con las políticas agresivas de empresas que explotan al profesional, impiden su desarrollo y engañan al paciente. Hay clínicas en las que los tratamientos de las lesiones de mucosa oral o las leucoplasias ni se contemplan porque no son económicamente rentables. Esos pacientes muchas veces ni siquiera son diagnosticados ni referidos a otros profesionales especializados por temor a perder al paciente. La gente no sabe que eso ocurre porque el odontólogo trabaja coartado para que su actividad sea rentable, que los responsables de este tipo de clínicas, además de hacer intrusismo impiden el correcto tratamiento.

Y las facultades de odontología aumentan.

Proliferan como setas. Valencia va por la quinta facultad. España prácticamente triplica las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de dentista por número de habitantes. Los jóvenes profesionales emigran a otros países de Europa donde las profesiones sanitarias son respetadas y protegidas, básicamente porque la salud de sus ciudadanos depende de ellas. En España parece imposible crear un sistema de especialización de odontólogos que nos ponga a la vanguardia. Cada vez abundan más los postgrados caros y de dudosa calidad científica. Pese a todo, hay islotes de gran nivel asistencial, atención personalizada y cercana. Profesionales que siguen formándose en busca del cambio en la mejora de la salud bucodental de nuestros pacientes.