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Nueve meses de infarto

Nuevo curso político

Nueve meses de infarto

Los problemas del Consell para obtener una financiación que haga viable la Generalitat y las estrategias de la izquierda para evitar verse arrasada por Podemos marcan el curso político más decisivo en décadas

La política valenciana comienza a gestar un curso que puede alumbrar un cambio de ciclo histórico o la reválida de la hegemonía popular en territorio valenciano. El presidente Fabra tiene el poder, pero está maniatado por la parálisis económica, con los empresarios amotinados y los funcionarios preparando un otoño caliente.

La oposición tiene a favor el viento de cambio que sopla en las encuestas y los resultados del pasado 25M. Pero se ha encontrado con una reforma electoral que convertiría las alcaldías del PP en territorio inconquistables y un profesor madrileño, Pablo Iglesias, que ha destrozado a 9 meses de las elecciones el guión del tripartito escrito hace dos años. Hoy empieza todo.

Entre Montoro y los empresarios

La negativa de Rajoy a reformar un modelo de financiación que hace la Generalitat inviable es el principal lastre para Fabra. Políticamente se encuentra atrapado entre la espada de un Gobierno al que tiene que justificar y la pared de un empresariado que, de aliado tradicional, ha pasado a colectivo amotinado ante el «ninguneo» del Gobierno en las inversiones.

Desde Madrid, además, tampoco ha habido esfuerzos por aliviar, aunque sea con gestos, la delicada situación del presidente. Cada reclamación desde el Palau de un mejor trato económico ha sido frenada sin disimulo por Montoro o su número dos, Antonio Beteta. De hecho, los empresarios siguen esperando la reunión que Fabra les prometió con el ministro de Hacienda para julio, lo que la oposición le recuerda cada día. Presidencia confía en un gesto de Hacienda, en forma de nuevos fondos, que permita a Fabra vender un cambio en las relaciones con Madrid durante el debate de Política General que inaugurará el curso en la segunda quincena de este mes.

Un debate que será de hecho un ataque en bloque de la oposición al Consell por no haber conseguido que Madrid aborde la reforma de la financiación. Y una cita a la que el Consell probablemente acudirá con el cuarto aplazamiento de la reforma del Estatut que blinda las inversiones del Estado en Valencia.

Elección directa de los alcaldes

El 25-M ha servido para dar visos de realidad a la debacle popular que anticipaban las encuestas. Y la primera reacción de PP ha sido proponer el cambio de las reglas del juego a través de una reforma de la ley electoral, algo para lo que le basta su mayoría en el Congreso. Todavía está por ver si la propuesta esbozada por el PP para que el candidato más votado en las municipales sea el alcalde, va adelante; si evoluciona a un formato de segunda vuelta a la francesa o si, habida cuenta del beneficio que podrían obtener los partidos independentistas en Cataluña y País Vasco, se queda simplemente en serpiente de verano.

De un modo u otro, el PPCV se ha abrazado a esta posibilidad como a un salvavidas. Por mucho que caiga, la fragmentación del voto de izquierda deja a los conservadores como los más votados en casi todos los municipios, y neutralizaría el batacazo al ganar casi el 80% de las alcaldías. La número dos del PP, Isabel Bonig, se ha convertido en la abanderada de la causa de la victoria y se ha puesto al frente de esta reivindicación. «No todo está perdido», proclama.

Pactos bajo la psicosis Podemos

Si el detonante de esta propuesta es el incierto escenario electoral del PP, su consecuencia es una auténtica convulsión en la izquierda, ya de por sí desubicada por la aparición del fenómeno Podemos. Mònica Oltra, una de las líderes de Compromís, ya ha apostado públicamente por un gran frente de izquierdas: «candidaturas unitarias» en los municipios si prospera la reforma electoral del PP. EU no tendría problema en unirse al partido de Oltra y Morera en los municipios, pero siempre dentro de plataformas políticas tipo «Ganemos» (Guanyem, en Cataluña), donde partidos de izquierda se imbrican con colectivos sociales como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) o grupos vecinales con el apoyo de Podemos.

Sin embargo, el verdadero interés tanto de EU como de Compromís (que además tienen que enfrentarse a sus primarias para elegir candidato al Consell con el reto de no desgastarse) es el de confluir con Pablo Iglesias y sus 144.000 votos valencianos. Las últimas encuestas estatales son duras para IU: en el mejor de los casos, Podemos le dobla en porcentaje de voto. Aunque resulta complicado descubrir a quién restaría más. «Con nosotros la coincidencia es programática, pero a Compromís le quitan el rol de partido de moda», señalan en EU.

«Nos han robado la cartera», coincide un alto dirigente de Compromís. Y es que el discurso del mediático Iglesias, un partido que se reúne en plazas y bajo los puentes, amenaza con dejar a los de Oltra y Morera como otra pata institucional más del «sistema de castas». Colateralmente, también se ha visto trastocada UPyD y su discurso regenerador, que ahora busca alianzas con Ciudadanos para evitar desplomarse; mientras Vox ha perdido en Valencia a su cara pública, Cristina Seguí, dimitida antes de arrancar la carrera.

En medio de todo el bullicio, con los partidos reubicándose ante sus rivales y el electorado, el PSPV de Puig ha apostado por desmarcarse y quedarse quieto, ofreciéndose como alternativa mayoritaria.

Brugal, Gürtel y RTVV

Y como telón de fondo, los juzgados continuarán recibiendo como imputados o como testigos a cargos públicos: la investigación por la financiación irregular del PPCV; las piezas del caso Brugal y Gürtel; el agujero de RTVV; las piezas de Orange como Fitur o la visita del Papa..., así como la salida de los tres diputados del PP imputados que quedan en la bancada popular marcarán la agenda.

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