Síguenos en redes sociales:

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Se buscan mecenas para la Ceramo

Proyecto

Se buscan mecenas para la Ceramo

Un descendiente de los dueños de la fábrica financia un documental para que no se pierda la memoria del edificio

Que no se pierda la memoria histórica de la Ceramo. Ese es el objeto de una iniciativa de mecenazgo coletivo («crowdfunding») impulsada por José Luis Fernández Bosch, un descendiente de la familia que fundó la fábrica en 1885. El «crowdfunding» es una fórmula muy en boga de cooperación colectiva a través de las redes sociales para financiar desde causas solidarias hasta iniciativas empresariales. La finalidad en este caso es grabar un documental sobre la fábrica de mayólicas Ceramo fundada por José Ros Furio, un artesano cuyo deseo era recuperar la técnica medieval de origen árabe de producción de cerámica con reflejo metálico.

En el documental se recogen testimonios que aseguran que la Ceramo fue mucho más allá de la producción de loza dorada. En sus hornos se reproducían piezas clásicas museísticas y se copiaban piezas arqueológicas que José Ros encontraba en los libros, o traía fotografiadas de sus viajes por Europa y América.

Aunque la versión oficial explica que José Ros aprendió la técnica del reflejo dorado de su maestro Juan Bautitas Casany, una leyenda cuenta que el artesano encontró de manera fortuita cuando restauraba un mueble antiguo un papel donde estaba escrita la fórmula magistral de la loza de reflejo metálico. Cierto o no, lo que sí es una realidad es que José Ros Furió puso en pie una fábrica que se convirtió en referente internacional por la producción de piezas exclusivas de cerámica dorada.

Hornos de leña de romero

La fábrica, que tenía una vivienda anexa donde durante generaciones vivió la familia Ros, contaba con tres hornos morunos, alimentados exclusivamente con leña de romero. Este combustible daba el punto exacto de temperatura para producir el famoso reflejo metálico. El uso de romero seco como combustible provocaba intensas humaredas en el barrio y provocó no pocas quejas de los vecinos. La sensibilidad vecinal hacia la fábrica ha cambiado y ahora los vecinos reivindican al Ayuntamiento de Valencia que la restaure y la destine a equipamiento del barrio, como está previsto en el PGOU. El consistorio expropió a finales del año pasado por dos millones de euros la fábrica, salvo una parcela en la parte posterior con edificabilidad residencial, al último dueño de la fábrica, una empresa promotora (Nuevas Promociones Valencia).

En los hornos de la Ceramo, cerrada desde los años 90 del siglo pasado, se cocieron las piezas de cerámica que decoran monumentos como el Mercado de Colón, la Estación del Norte o el Jardín de Monforte.

El documental, realizado por una pequeña productora (Buho Films) necesita recaudar alrededor de 3.800 euros.

Este documental sobre la Ceramo, declarada Bien de Relevancia Local, se suma a otras iniciativas para poner en valor este importante patrimonio industrial. El Museo Nacional de Cerámica González Martí, bajo la dirección de Jaume Coll, también está llevando a cabo una investigación sobre la fábrica para reivindicar su recuperación. Coll defiende la idea de destinar la fábrica a la ampliación del Museo Nacional de Cerámica, un proyecto al que el Ministerio de Cultura, de quien depende el citado museo, lleva año dando vueltas pero que aún no se ha concretado.

El legado de la fábrica podría perderse ante el mal estado del edificio, que en 2008 fue adquirido por una empresa promotora. La edificabilidad que tiene asignada una parte de los terrenos de la fábrica está actualmente en manos de la Sareb.

La investigación

El documental impulsado por José Luis Fernández y dirigido por Verónica González explica que la famosa fórmula de la loza dorada fue pasando de padres a hijos, pero nunca llegó a ser demasiado rentable. Pese a que sus piezas cruzaron fronteras y La Ceramo alcanzó gran reconocimiento gracias al reflejo metálico, el sobrecoste que suponía esta modalidad artesanal no se veía compensado por los beneficios obtenidos.

Durante la etapa en la que La Ceramo estuvo en manos de José Ros Ferrándis, la cerámica y la pintura estrecharon lazos, dado que él y su esposa eran catedráticos de Procedimientos Pictóricos en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Carles de Valencia. Es sabido que de allí salieron grandes pintores.

Cuando La Ceramo llegó a manos de Pilar Ros Blanco (penúltima propietaria de la fábrica), el declive ya era evidente. Aun así, Pilar Ros llamó a todas las puertas posibles antes de tomar la decisión que terminaría con una larga trayectoria familiar de ceramistas.

Finalmente un matrimonio de farmacéuticos adquirió la fábrica para que la gestionaran su hijo y sobrino (Alfonso Pastor). Pastor era profesor en la escuela de cerámica de Manises y tal vez fue demasiado optimista al pensar que él lograría lo que Pilar no había conseguido en los últimos años, mantener la fábrica en funcionamiento. Apenas tres años después La Ceramo echó el cierre definitivo. Desde que se cerrase la fábrica en 1992, el complejo industrial de La Ceramo ha sufrido el paso del tiempo sin que se hiciera nada al respecto, pese a las continuas protestas de vecinos que han denunciado en numerosas ocasiones peligro de desprendimientos, vandalismo y sobre todo la falta de respeto hacia el patrimonio.

Esta es una noticia premium. Si eres suscriptor pincha aquí.

Si quieres continuar leyendo hazte suscriptor desde aquí y descubre nuestras tarifas.