­ «Uno vive en la inconsciencia y es un yonqui del dinero», admitió ayer un estoico Marcos Benavent en medio del«striptease» emocional en el que admitió a los periodistas ser un corrupto. Un corrupto arrepentido en estado zen, mental y físicamente, que no le ruborizó exhibir. Un estado al que ha llegado tras visitar, en los últimos cinco meses, paises y zonas tan dispares como Ecuador, el Amazonas y Japón. Del país nipón quiso saltar a la cuna del Budismo. «Quería ir a la India, a Bután, el Tíbet y Nepal, pero no me dieron el visado y me marché a Amsterdam, donde estuve un mes». Ya había conseguido el visado para la India. «Me podría haber perdido allí y no me habrían encontrado». Pero estalló el caso Imelsa. «La noticia salió, creo que la vi en Levante-EMV. Decidí volver a España por Alicante y, desde el 17 de marzo estoy aquí para dar la cara».

Desde entonces «tengo mis experiencias, hago mis talleres y mis cosas: Tantra, agricultura... Este fin de semana he estado en un taller de agricultura biodinámica (sin abonos y con la siembra basada en el movimiento de los astros). No paro. Sonidos de la naturaleza, talleres de todo tipo, pero no paro...», aseguró cuando un periodista le preguntó si había tenido «alguna experiencia mística».

Benavent también exhibió su nuevo «estado mental» en las formas. Desterrada la apariencia «pija» de años anteriores, ayer se presentó con una estética muy «hipster»: barba poblada y pelo largo con un estudiado aspecto desaliñado pero de apariencia cuidada, aderezados con una estética entre lo militar (la hebilla metálica y los pantalones «jodhpur») y lo «vintage» (chaleco clásico de cuatro botones con forro interior) y camiseta hippy de un labrado arando la tierra.

Hasta los tatuajes del antebrazo izquierdo, que exhibió sin complejos, guardan cierta relación con su tránsito mental. Destaca la «lotus» una flor sagrada para los budistas y muy simbólica que representa la «belleza que crece en los estercoleros, del desastre» junto al resto de símbolos «tribales y religiosos» que tintan el brazo de Benavent.

«Un showman a lo cutre»

Una mística que no convenció a su ex mujer, que comentaba en una red social: «Lo tiene superestudiado todo. Xé quin tío! Ni el tatuaje que lleva es verdad... ¡Si veía una aguja y se cagaba! Todo un showman a lo cutre. No tiene ni clase para eso...»

Aunque en su nuevo estado zen, al cerebro del caso Imelsa ni siquiera le importa que le llamen «corrupto». «Es lo que hay, asumo mis actos. El viaje es hacia dentro de uno mismo», aseguró ayer un místico Marcos Benavent.