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Cien nacionalidades distintas

El tomate más universal

Son las siete de la mañana. En la puerta del Hotel Renasa de Valencia hay un autobús que espera a un numeroso grupo de gente joven vestida con camiseta blanca. Cualquiera diría que son aficionados del Valencia CF que acaban de regresar de Mónaco, pero la bandera de la Union Jack y el hecho de que sus botellas estén llenas, evidencian que van y no que vuelven. Lógicamente, de ser hinchas del club de Mestalla, las botellas estarían vacías con sabor a celebración.

Son Ingleses. No hay duda. Uno de los múltiples grupos de participantes en la tomatina más universal de la historia. Y es que, hasta personas de cien nacionalidades distintas se dieron cita ayer en Buñol para combatir en una batalla sin dolor: la del tomate. Desde Inglaterra hasta Japón, pasando por Nepal, las exóticas Islas Vírgenes, Taiwan o algún que otro australiano despistado que cuenta que viene todos los años. El inglés fue, sin duda, el idioma oficial de las cerca de 22.000 personas que convirtieron la localidad en la capital roja. Porque hasta el 80% son extranjeros.

Tampoco faltaron los que empalmaron La Zurra de Requena, llegaron en tren después de pasar toda la noche de fiesta, y los propios paisanos de Buñol que, según contaban, están más que satisfechos de que la tomatina haya pasado por la fase de popularidad y masificación, a estar controlada. «La gente del pueblo no se atrevía a salir, daba miedo, y estos tres últimos años ya no vivimos de espaldas la fiesta sino que participamos más. Ahora está todo mucho más controlado y se disfruta del ambiente con tranquilidad», comentaban.

También hay vecinos que lamentan que Buñol «se conozca más por la tomatina que por la música, porque la fiesta sólo dura una hora y las bandas de música y la afición que hay aquí son todo el año, pero lo llegamos a entender», explican.

Las 160 toneladas de tomate que ayer se lanzaron a las calles, nuevo récord histórico al igual que la presencia de un camión más en lugar de los cinco y un volquete habituales, apenas dejaron incidentes. Tan sólo cuatro atendidos en el Centro de Salud de la localidad y en el Hospital de Manises por golpes y contusiones, además de una joven que fue remitida al Hospital La Fe de Valencia tras sufrir una caída.

Una de las novedades más destacadas de la tomatina fue la iniciativa plausible que, bajo el lema «Besos por la igualdad», propuso combatir la homofobia. Por este motivo, tras acabar la guerra de tomates por las calles de la localidad, y asistir al espectáculo que es la limpieza exprés de la zona afectada por la marea roja, la fiesta se pudo cerrar de la mejor manera: con un beso.

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