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Una clásica mesita de noche puede convertirse en un complemento «vintage» más actual. Las tres sillas entrega un dossier y fotografías sobre el proceso de restauración.

Segundas oportunidades

Muebles en adopción

Dos emprendedores valencianos recuperan piezas abandonadas y les dan un nuevo uso en clave «vintage» y ecológica

A Patricia y Juan Vicente les gusta saber que su trabajo es dar una «segunda oportunidad» a los objetos y muebles que algunos dan por una causa perdida. Desde Las tres sillas, empresa que fundaron hace año y medio, estos dos jóvenes valencianos restauran al estilo vintage viejos muebles que rescatan de tiendas de segunda mano, el rastro o, incluso, contenedores. Una de sus últimas causas ha sido un perchero estilo Thonet que tiene 60 años y que ya tiene nuevo dueño.

Patricia Ruiz-Cortina y Juan Vicente Ruiz recuperan muebles «desahuciados» y los ponen en adopción. Tienen, desde sillas de colegio hasta cómodas o cabeceros de cama. Ellos exponen la «materia prima» en su web y en su taller y showroom del barrio de Russafa, después los usuarios eligen el objeto y cómo personalizarlo a su gusto. Entonces, Las tres sillas se pone manos a la obra y crean piezas únicas. Su lema es «dale a las cosas una nueva vida». Un ejemplo de esto son tres pequeñas puertas de aparador que han convertido en un espejo que se transforma en una original mesita. Dos por uno en unas piezas al borde del contenedor.

Interés por el medio ambiente

El perfil de los clientes que «adoptan» algún mueble de Las tres sillas es fundamentalmente el de alguien que muestra cierta sensibilización por el medio ambiente y que le gusta seguir el proceso de creación del mueble, señalan Patricia y Juan Vicente desde su taller de Russafa, en el que usan productos no contaminantes.

En el showroom la conversación transcurre entre espejos de tres euros transformados en piezas únicas decoradas con cápsulas usadas de café, cocinitas de juguete o mesitas y sofás que nada tienen que ver con su estado anterior. «A todos los objetos les hacemos una foto del antes y el después, para que el cliente vea el cambio. También hacemos un dossier con la historia del objeto», explican.

Además de la línea «Adopta un mueble», Las tres sillas ofrecen alquiler de objetos para bodas, su propia colección y restauración de piezas a particulares. Ahora andan dándole vueltas a un jaula de pájaros que le han traído al taller, «el objeto a restaurar más raro que nos han pedido», explican. Tras algunas ideas parece que el destino final de lo que podría ser carne de contenedor es una original estantería para libros.

El diseño de cada pieza surge al 100 % de las cabezas de Patricia y Juan Vicente, en función de los gustos de sus clientes. El trabajo manual también lo desarrollan en su taller aunque reciben ayuda, siempre, de artesanos locales.

Los inicios de Las tres sillas fueron casi por casualidad. Cuando Patricia y Juan Vicente se fueron a vivir juntos la madre de Patricia les regaló una pequeña y antigua mesita, que no les encajaba con la decoración de la casa. Tras devolvérsela, la madre de Patricia la restauró y el resultado les dejó maravillados. «Entonces cambié el chip», recuerda Patricia, quien lamenta que «estemos tan cegados por la cultura de comprar objetos nuevos en lugar de reciclar los que ya tenemos», dice esta licenciada en Ciencias Ambientales. Juan Vicente, por su parte, es ingeniero civil y «siempre he sido un manitas», recuerda.

Consumo responsable

Tras un tiempo buscando trabajo, estos treintañeros decidieron emprender su propio negocio. Y no les está yendo mal. Después de conseguir un premio de la Asociación de Jóvenes Empresarios de Valencia, Las tres sillas fue tomando algo más de forma y hoy ya tienen clientela por toda España. Su objetivo es fomentar el consumo responsable mediante la creación de productos reciclados con baja huella ecológica. «Contribuimos con la disminución de la cultura del usar y tirar y lo hacemos de una forma mágica y singular», sostienen. «Ante un mundo con recursos limitados pongamos una imaginación sin límites», concluyen.

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