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El Erasmus de Pinazo

Obras

El Erasmus de Pinazo

La Diputación de Valencia restaura cinco obras inédita de Pinazo correspondientes al periplo que paso en Roma como pensionado

Tenía 27 años, así que en los parámetros de hoy día sería un erasmus tardío. Ignacio Pinazo Camarlench se fue con esa edad a Roma gracias a una beca pagada por la Diputación de Valencia en 1876 para completar sus estudios en Bellas Artes. Como él, versiones juveniles de Sorolla o José Benlliure viajaron con pensiones concedidas por el organismo provincial a otras ciudades europeas, como París, hervideros artísticos en la segunda mitad del XIX.

A cambio, los agraciados con la beca se comprometían a enviar anualmente los trabajos que realizaban durante su estancia en el extranjero. Esas piezas constituyen hoy en día buena parte del tesoro artístico del archivo provincial, de unas 4.000 obras. Entre esos fondos recientemente se han restaurado cinco dibujos que aquel joven Pinazo envió desde Roma. Son trabajos académicos, a carbón y sobre un material más bien pobre, en los que sin embargo «se adivina que va a ser un grandísimo artista», enfatiza la restauradora Aida Roda.

Las piezas restauradas justo en el año en que se conmemora el centenario de la muerte del pintor son dibujos inéditos que fueron enviados a Valencia durante los dos primeros años „estuvo tres„ de pensionado en Roma. Un inciso: el sistema de becas para jóvenes artistas se puso en marcha en 1863 y proponía un proceso de selección ante un tribunal con pruebas como «dibujar aislados en habitaciones» para ser evaluados, cuenta la directora del Archivo General y Fotográfico, May Gil. El reglamento cambiaba cada año y en el caso del curso en el que se presentó Pinazo, entre las condiciones se exigía, por ejemplo, «no tener más de treinta años». La pensión era de 3.000 pesetas anuales.

Volviendo a las obras restauradas, hay detalles propios de la etapa que vivía el artista, como que se hayan encontrado dibujos por las dos caras de un mismo papel. «Una de las piezas estaba pegada en un papel que a la vez se había adherido sobre un soporte; al despegarlos, descubrimos que había dibujado por detrás», relata Roda. En otros dibujos también aparecen garabatos por el reverso, bosquejos de lo que acababa plasmando el estudiante.

Para enriquecer las obras de ese primer Pinazo, el Archivo cuenta con los documentos que acompañaron ese proceso, como los expedientes de los demás candidatos que se presentaron a aquella convocatoria, o el resguardo del primer envío de trabajos a la diputación. «Hay documentos curiosísimos, como un escrito adjunto en ese envío desde Roma, en el que Pinazo le dice al secretario de la diputación que le manda a él los dibujos porque no conoce muy bien el sistema», cuenta Gil.

La imagen de uno de los grandes pintores valencianos despistado entre trámites burocráticos alimenta la historia de unas obras que de momento no tienen prevista una exposición en el Año Pinazo.

Por cierto, como trabajo final de pensionado se les pedía una obra de más calado en base a un tema histórico. Pinazo se decantó por plasmar al rey Jaume I en su lecho de muerte.

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