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Borrón y piel nueva

Dermatología

Borrón y piel nueva

Las técnicas láser permiten hoy en día deshacerse de los tatuajes profesionales pero no es un proceso fácil, ni barato, ni indoloro

Ya no son aquellos dibujos en negro desleído que hacían pensar en un pasado junto a compañías poco recomendables. Ahora, la tinta sobre la piel traspasa prejuicios sociales y los tatuajes pueden llegar a ser verdaderas obras de arte. Pero donde unos ven belleza, otros pueden ver una imagen fallida o un recuerdo desagradable que, por definición, nos ha de acompañar de por vida.

Esa es la premisa pero, ahora, quien más y quien menos tiene claro que, llegado el caso, la tecnología ha evolucionado lo suficiente como para dar alternativas; también, a aquellos arrepentidos con la decisión de marcarse la piel con aguja y tinta.

El proceso no es, sin embargo, ni fácil, ni indoloro, ni, sobre todo, barato. Sale más a cuenta pensarse dos veces ir a un tatuador ya que el trance de retirarlo puede suponer hasta diez veces el coste inicial de habérselo puesto. En las clínicas y centros dermatológicos especializados, la clientela es ya habitual (y creciente) desde hace varios años.

Así lo atestigua el especialista José María Ricart, jefe del servicio de Dermatología y Cirugía Estética en el hospital Quironsalud de Valencia. La casuística para querer retirarse aquella (mala) decisión es variada aunque hace unos años, cuando más apretaba la crisis, eran legión los trabajadores en el paro que debían borrar sus marcas para intentar acceder vía oposición a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado. Ni las fuerzas armadas ni la Guardia Civil permiten que sus nuevos integrantes tengan tatuajes en sitios visibles con los uniformes reglamentarios ni en ninguna parte del cuerpo si se trata de imágenes ofensivas.

Ahora, el porcentaje de opositores en el cómputo global no es tan elevado „aunque siguen siendo un tercio del global„ mientras se mantiene otro de los grupos más paradigmáticos del negocio: los de la retirada de antiguos amores. «De amor y desamor siempre tenemos bastantes aunque son menos complicados porque, por regla general, son más pequeños», apunta Ricart.

Si está pensando en hacerse un tatuaje pero intuye que en unos años se puede arrepentir, hay que tener en cuenta que no todos tienen el mismo pronóstico. «Los buenos resultados dependen de un conjunto de factores. Depende de dónde se haya hecho (peor en las extremidades), de las tintas y las mezclas utilizadas, de la profundidad, de la cantidad de pigmento usada, de si es o no profesional?», enumera el dermatólogo.

Los colores más difíciles

Contrariamente a lo que se pudiera pensar, el trabajo de un profesional es más «agradecido» a la hora de la retirada «porque la tinta está a una profundidad estable» y los colores como el negro o el azul los que mejor responden.

El blanco y el amarillo, sin embargo, «no se van, el rosa mal y el marrón también da problemas» advierte Ricart. Para él, todo aquel que se hace un tatuaje «se arrepiente en algún momento u otro de su vida», ya sea porque no se es la misma persona conforme se van cumpliendo años, por compromisos laborales o por desamor.

Los resultados suelen ser bastante aparentes aunque, el resultado final es único en cada circunstancia. Eso sí, hacen falta varias dolorosas sesiones de láser para desembarazarse de la tinta. «Sale mucho más caro quitártelo que ponértelo, además es muy doloroso», recuerda Ricart. Dos buenos argumentos para pensárselo dos veces.

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