Esta es una historia del siglo XXI, incomprensible para las generaciones anteriores, que abandonaron el mundo rural directos a las urbes en busca de un «futuro mejor». Este es, indudablemente, un relato de nuestro tiempo, un proyecto de dos personas cosmopolitas que emprenden el camino inverso: abandonar Madrid y afincarse en un pueblo en el campo zaragozano.
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En concreto, se asentaron en Torralba de Ribota, y los protagonistas son Lucía Camón y Alfonso Kint. Un pueblo sobre una carretera, la Nacional 234, que hace siete años convirtieron en su nuevo hogar y en su proyecto artístico.
Ella poeta, actriz y videocreadora; él, productor de cine y dibujante. Son dos de los cuatro socios de «Pueblos en Arte», junto a Ana Bettschen y Fernando Quinta, un colectivo de creadores que busca revitalizar con el arte esta carretera entre Sagunt y Burgos, fundada en tiempos del imperio romano.
«Ruta 234» es el nombre que guarda un humilde proyecto con una gran aspiración: ofrecer a los artistas de todas las disciplinas espacios donde expresarse e inspirarse, que al mismo tiempo devolverá la atención sobre esta carretera que vio como su tránsito se desviaba por una autopista. «La repoblación es una consecuencia, no el fin», indica Lucía, quien matiza que el interés no es «repoblar» sino «atraer a las personas» para devolver el valor al territorio con la cultura, e integrarlo dentro de las rutas artísticas.
«En total hay unos 60 pueblos entre grandes y pequeños, y se necesita que los ayuntamientos se impliquen», explica Camón. De hacerlo, los resultados son de lo más variopintos. Pueden convertirse en el escenario de una obra de teatro o en la sala de una exposición; en el refugio de un pintor o en la próxima ubicación del trabajo de un escultor. Cualquier formato de cualquier disciplina es bienvenido.
Lucía explica que una compañía de teatro puede interpretar su obra en una gira de cinco días por algunos de los pueblos de esta carretera. O tal vez, utilizarlos como ubicaciones para los ensayos generales y debutar en la gran ciudad, una idea que le entusiasma porque en la urbe se mostraría el resultado de aquello adquirido en el campo. «El viaje es parte del proceso creativo», explica.
Lucía Camón forma parte de una de las sagas familiares con más gusto por el arte por metro cuadrado, los Errando-Mariscal, capitaneados por Javier, el polifacético creador valenciano de quien Lucía es sobrina. Ella nació en València, se mudó a Madrid y volvió a Torralba de Ribota cuando heredó la casa de su bisabuela.
Federico García Lorca o Salvador Dalí ya utilizaron el campo como refugio de creación. Y en este nuevo siglo, hay un factor que influye en la decisión de retirarse de la gran ciudad: el precio de la vivienda. Según reconoce Camón, en Torralba de Ribota se puede encontrar una vieja casa por 10.000 euros; una en mejores condiciones rozaría los 40.000 euros. Algunos de los amigos de Camón y Kint no dudaron en hacer las maletas y despedirse de la gran ciudad. Ahora son 10 personas volcadas en el arte en el pueblo.
Financiación: el gran reto
Pueblos en Arte tiene su base operativa en Torralba de Ribota, pero sus actividades fluyen por allí donde discurre la carretera. Eso sí, necesitan el apoyo de las administraciones, tanto económico como administrativo. Hasta ahora, han solicitado ayudas en las provincias donde han desplegado las alas. La Diputación de Soria, la Diputación de Zaragoza y el Ministerio de Educación ya han aportado fondos para desarrollar el trabajo, y la idea ahora es que el consistorio provincial de Teruel también colabore.
La mirada también la han puesto en el este: a Camón le gustaría abarcar el tramo de la 234 que recorre la Comunitat Valenciana y para ello, su intención es contactar con la Diputación de Castelló para que aporten al proyecto y tal vez lo presenten también a la de Valencia.
«Buena parte de la financiación se queda en la carretera», explica Camón. Los artistas duermen y comen a lo largo de la N-234, por lo que se convierte en una suerte de economía circular.
Además, hay un segundo beneficio. Camón cree que los proyectos artísticos que impulsan «hace que los habitantes de los pueblos valoren su propio territorio». Convive con ellos, por lo que no duda al afirmar que se sienten abandonados. «No forman parte de nada y nadie se acuerda de ellos», lamenta. Por ello, en Pueblos en Arte tratan de que todas las actividades involucren a los habitantes, bien sea como elementos activos o como público.
Residencias y talleres
Además de los proyectos que otros creadores proponen y desarrollan en torno a esta ruta, Pueblos en Arte también dispone de residencias de artistas, tanto en Torralba de Ribota como en Valdetorres. Hasta ahora también contaban con «La casa del Agua» en Calatayud. «Si tenemos financiación, hacemos una convocatoria pública y se les paga una cantidad por producir», explica Camón. Si no, se alquila la residencia por días. «Hace poco vino la coreógrafa Aitana Cordero con 14 personas más, y adecuamos el espacio para todos ellos», relata.
Impulsan talleres y actividades concretas. Es el caso de Saltamontes, un festival que describen como «Tres días de felicidad, arte y música» y que se celebra en Torralba de Ribota en julio.
En la búsqueda por devolver a los pueblos la vida que parece no existir, Camón esta convencida de que lo mejor es hacer cosas: «el movimiento atrae el movimiento». Hasta ahora, la ruta ha propiciado 3 viajes o proyectos. El primero se llamó «Tocar el pueblo», para el que dos artistas instalaron bloques de adobe fusionado con poesía en dos municipios y concluyó con una exposición en Zaragoza. El segundo viaje fue de Rubén Ortiz, un reconocido fotógrafo especializado en arquitectura que recopilará el trabajo en una publicación. El viaje 3 está en proceso de creación y estará enfocado a las artes escénicas y el director viajará con su compañía a través de la N-234.