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"El espigón protege Pinedo"

Los restaurantes sufren destrozos moderados y la mayoría abre sus puertas

"El espigón protege Pinedo"m. d.

Mientras en la el Paseo Marítimo, las olas llegaron hasta límites insospechados, causando mil calamidades a los restaurantes de primera línea de la playa, Pinedo vivió su particular milagro, que el que más, el que menos, atribuye a la mano del hombre.

«Estamos protegidos por el espigón. Esto ha permitido que los daños hayan sido mucho menores porque las olas, aunque eran fuertes, llegaban bastante amansadas». Este es uno los comentarios más extendidos en la fachada de restaurantes. Tanto es así, que la práctica totalidad de ellos tenían abierto en la jornada de ayer y los establecimientos daban ofrecían una absoluta sensación de limpio. Por lo menos de puertas hacia adentro.

No todos corrieron la misma suerte porque alguno de ellos tuvo que cerrar al tener una disposición que dejaba abierta la posibilidad a que penetrara el agua. Por eso existía contraste entre quienes ofrecían ya el menú del día y los que tenían clausurado el negocio mientras sacaban arena del negocio.

El paseo ofrecía muestras indudables de haber pasado el vendaval, pero a nadie escapa que, viendo la altura alcanzada por las olas al otro lado del puerto, y lo cerca que están los restaurantes de la orilla del mar, solo puede hablarse de un milagro o un casi milagro. Seguro que con explicación científica. A pesar de lo cual, algunas máquinas trabajaban tratando de recomponer un paseo que se prolonga desde la playa canina en dirección al sur y que, a pesar de algún desperfecto, estará disponible a poco que la arena vaya retirándose. «Es una época, ahora, de menos tránsito, pero hace falta que se acondicione pronto. Aquí, cualquier imprevisto es dañino». Ayer a mediodía también estaban los servicios municipales recogiendo escombros. En algunos casos, el oleaje se había llevado elementos de los establecimientos, pero de mucha menor importancia de lo que cabía esperar, como son gravas decorativas.

Nada en comparación a lo sucedido en las playas del norte, donde los hosteleros hablan de un desastre sin parangón en los últimos años. La recomposición de los interiores tardará bastante y aún a día de hoy la continuidad de alguno de los negocios está en entredicho. Las pérdidas podían haber sido mayores si el temporal llega en fin de semana. Porque más allá de los moderados destrozos, lo que no hubo es clientela. «Con los avisos de temporal, la gente no se atrevía a venir. Y no venían». También en algún caso coincidió con el día de cierre por descanso del personal.

Para estos establecimientos «el temporal es casi un mal menor. Es mucho más grave que Costas nos haya quitado las terrazas. Si la gente no viene a tomar el sol, se va a otros lugares». En uno de los restaurantes incluso se quejaban de que «las olas no nos han hecho daño. Quienes lo han hecho son los que nos han entrado a robar esta misma noche».

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